top of page

¡Ánimo!

  • Foto del escritor: Gabriel Miyar
    Gabriel Miyar
  • 2 sept
  • 2 Min. de lectura

A la noche siguiente, el Señor se apareció a Pablo y le dijo: «¡Ánimo! Así como has dado testimonio de mí en Jerusalén, es necesario que lo des también en Roma.» Hechos 23:11


Como se mencionó con anterioridad, a partir del capítulo 21 de Hechos Pablo permanecerá preso, primero en Cesarea, en la costa de Israel por dos años y después en Roma no sabemos por cuanto tiempo, pues cuando concluye el libro Pablo sigue preso en Roma. Pero, en Hechos 23, nuestro capítulo de hoy, Pablo recibe la visita de Jesús en su encarcelamiento. No de un ángel que viene a liberarlo, sino de Jesús que viene a dejarlo en la cárcel.


En capítulos anteriores de Hechos, vimos que Dios había librado a ciertos apóstoles, Juan, Pedro, al mismo Pablo, junto con Silas, de encarcelamientos previos de una manera que hace que se te caiga la quijada. Sin embargo, Jesús no tiene tal esperanza para Pablo aquí.


Pero, por otro lado, lo anima reafirmando su llamado original de ser testigo de Jesús (“Yo soy Jesús, a quien tú persigues. Ahora, ¡levántate! Pues me aparecí ante ti para designarte como mi siervo y testigo,” relata Pablo, recordando su llamado original —Hechos 26:15-16).


Jesús lo anima revelándole que lo protegerá para que nada le suceda hasta que pueda presentarse en Roma. Jesús lo fortalece mostrándole que el mismo cuidado divino que antes había abierto las puertas de la prisión y frustrado a las autoridades todavía está disponible para Pablo. Este cuidado todavía acompañará sus esfuerzos de seguir siendo un testigo de Jesús. A pesar de estar bajo guardia en una condición que se prolongará antes de llegar custodiado a Roma, el encarcelamiento no parece limitar a Pablo. Todavía tiene mucho trabajo que hacer en este lugar.


Muchas veces nos hallamos en situaciones incómodas, dolorosas o limitadas. En estas circunstancias es fácil desanimarnos y perder la esperanza. Pero, el testimonio de Pablo —que sigue siendo testigo de Jesús aún después de muerto— es nuestro modelo de esperanza y confianza. Su vida declara que el mismo cuidado que nos ha librado de muchos peligros y penurias, nos cuidará cuando no seamos librados de tales cosas. Su testimonio fortalece nuestra confianza de que Dios cumplirá sus propósitos en nuestra vida. Nuestra oración y anhelo es que seamos preservados hasta realizar el propósito por el cual Jesús nos llamó. Tú y yo fuimos escogidos para servir a Jesús y marcar una diferencia en este mundo siendo testigos suyos, de su amor y su poder salvador. Y lo seremos hasta el último día de nuestras vidas.


Lectura bíblica:

Hechos 23

 
 
 
bottom of page