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Voluntariamente

  • Foto del escritor: Gabriel Miyar
    Gabriel Miyar
  • 2 abr
  • 2 Min. de lectura

1 Después Jesús recorrió la región de Galilea. Quería alejarse de Judea, donde los líderes judíos estaban tramando su muerte; 2 pero se acercaba el tiempo judío del Festival de las Enramadas, 3 y sus hermanos le dijeron:


—¡Sal de aquí y vete a Judea, donde tus seguidores puedan ver tus milagros! 4 ¡No puedes hacerte famoso si te escondes así! Si tienes poder para hacer cosas tan maravillosas, ¡muéstrate al mundo!


5 Pues ni siquiera sus hermanos creían en él.


6 —Este no es el mejor momento para que yo vaya —respondió Jesús—, pero ustedes pueden ir cuando quieran. 7 El mundo no puede odiarlos a ustedes, pero a mí sí me odia, porque yo lo acuso de hacer lo malo. 8 Vayan ustedes; no iré al festival, porque todavía no ha llegado mi momento.


9 Después de decir esas cosas, se quedó en Galilea.


10 Pero después de que sus hermanos se fueron al festival, Jesús también fue, aunque en secreto, y se quedó fuera de la vista del público. Juan 7:1-10


En esta ocasión que narra el apóstol Juan en el capítulo 7 de su evangelio, Jesús se dirige a Jerusalén, pero no lo hace abiertamente, pues sabe que lo buscan para matarlo y sabe también que aún no ha llegado el momento de su sacrificio.


En contraste, con esto, en el episodio de la entrada moderadamente triunfal de Jesús en Jerusalén al principio de la semana que llegaremos a llamar “Santa,” Jesús entra de la manera más abierta y pública posible. Ya dijimos que fue para hacer una declaración en cuanto a su condición de rey absoluto de este mundo, si bien un rey totalmente diferente a los reyes del mundo.


Y además, lo hace abiertamente porque “su momento” finalmente ha llegado. Jesús se entrega voluntariamente a su destino en la cruz. Nadie le arrebata la vida, el la entrega:


17 »El Padre me ama, porque sacrifico mi vida para poder tomarla de nuevo. 18 Nadie puede quitarme la vida sino que yo la entrego voluntariamente en sacrificio. Pues tengo la autoridad para entregarla cuando quiera y también para volver a tomarla. Esto es lo que ordenó mi Padre». Juan 10:17-18


Esto es importante porque Jesús no es una desafortunada víctima de la maldad humana, como otros mártires de la historia. Jesús es un sacrificio libre y voluntario.


La Entrada Triunfal es Jesús siendo separado para el sacrificio con una declaración pública de su propósito de reinar para siempre tras vencer el obstáculo, antes infranqueable, de la muerte.


«Señor, ¿con qué palabras te agradezco tu sacrificio voluntario por mi? recibe mi adoración y mi obediencia. Amén.»

 
 
 

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