Estoy a punto de terminar el Libro de Isaías en mi lectura bíblica diaria: “la Biblia en un Año.” ¡Que difícil leer acerca de toda la infidelidad de Israel y la ira y el juicio de Dios sobre la nación que amaba! Pero, todo esto lo estoy leyendo en un contexto de haber estado de nuevo en contacto con las tradiciones católicas en torno al fallecimiento de mi suegra en Autlán, Jalisco.
No dejo de impresionarme de cómo la Iglesia Católica volvió a toda la religión del Israel del Antiguo Testamento. El templo, la liturgia, el sacrificio, las vestiduras, los días santos y a todas esas cosas que habían quedado atrás con la venida del Nuevo Testamento. Pero, sobre todo, como regresó a cometer todas las infidelidades del Israel de antaño. La religiosidad superficial junto con vidas llenas de desobediencia y de idolatría. Poniendo su confianza en todos menos realmente en Cristo.
El 29 de septiembre me tocó leer Isaías 58.
1 «Grita con la voz de un toque de trompeta.
¡Grita fuerte! No seas tímido.
¡Háblale a mi pueblo Israel de sus pecados!
2 Sin embargo, ¡se hacen los piadosos!
Vienen al templo todos los días
y parecen estar encantados de aprender todo sobre mí.
Actúan como una nación justa
que nunca abandonaría las leyes de su Dios.
Me piden que actúe a su favor,
fingiendo que quieren estar cerca de mí.
3 “¡Hemos ayunado delante de ti!—dicen ellos—.
¿Por qué no te impresionamos?
Hemos sido muy severos con nosotros mismos,
y ni siquiera te das cuenta”.
Por supuesto que estas cosas no son exclusivas de la iglesia tradicional, todos los creyentes podemos caer en estas actitudes y lo hacemos. Justo el otro día descubrí que yo estaba tratando de impresionar Dios con mis ayunos más que con una fe genuina. Pero, me abruma la forma sistemática en la que la iglesia tradicional refleja la rebeldía de Israel.
Me pregunto si mi mensaje, decente y respetuoso de la iglesia tradicional no será, al menos en parte, timidez y haber perdido la “trompeta profética.” No que esté pensando en volver a un discurso anti-tradicional, para nada. Pero, si le estoy pidiendo a Dios más valor para confrontar a las personas con sus falsas tradiciones y la necesidad de abandonar esas prácticas para poner su confianza exclusivamente sobre los méritos de Cristo.
Decidí que, sin perder el respeto y la sabiduría que me ha guiado, voy a ser más radical en mi manejo del mensaje de salvación en relación a las creencias tradicionales.
¿Qué piensas?
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