Un Final Abierto
- Gabriel Miyar

- 9 sept
- 2 Min. de lectura
Y así llegamos a Roma. Hechos 28:14
Hemos llegado al final del Libro de los Hechos, y también al final de nuestra serie “Siguiente Paso”. Mi esperanza es que hayamos podido considerar este modelo de crecimiento espiritual descrito en cuatro etapas, y de alguna manera hallar que el Libro de Hechos da testimonio de esta trayectoria de crecimiento. A la vez, la idea detrás de todo ha sido animarlos a leer las Escrituras diariamente.
Recapitulando, al referirnos al primer paso, el conocer a Dios, pudimos ver en Hechos la conversión de varios de sus personajes: La famosa conversión de Pablo, el día que finalmente conoció a Dios después de haber gastado la primera parte de su vida haciendo religión. Vimos la conversión de Cornelio, el centurión gentil abierto al Espíritu. La conversión de Lidia, la vendedora de púrpura. La del carcelero macedonio. Del influyente concejal de Atenas, Dionisio, y otra concejal, Dámaris. Todos estos, y muchos más conocieron a Dios básicamente como tú y yo lo conocimos. Tuvimos un encuentro con la gracia de Dios.
También, ilustrando el segundo paso, vimos cómo los creyentes del primer siglo lograron hacer amistades y relaciones profundas y provechosas más allá de las multitudes, en grupos pequeños en los hogares, dónde compartían la enseñanza, los alimentos, la oración, y hasta sus bienes materiales. Una verdadera red de hogares como luminarias en la noche oscura de las tinieblas espirituales.
Además, a propósito de la cuarta etapa, vimos como varios de estos personajes, descubrieron su propósito y su llamado en la vida. Vimos a Esteban y a Felipe sirviendo fielmente en las cosas prácticas, y de allí transicionar a una actividad más apostólica, predicando poderosamente la palabra y realizando prodigios y señales en el nombre de Jesús. Vimos como Timoteo, Tito, Aquila y Priscila, Silas y varios más hallaron su propósito en la vida y su llamado al integrarse al equipo misionero de Pablo. Fueron fieles en cosas sencillas y se graduaron a cosas de mayor alcance y responsabilidad, quizás como tu propia trayectoria de servicio en la iglesia.
Finalmente, en una cuarta etapa según nuestro esquema, vimos cómo los creyentes daban a conocer a Dios fundando iglesias por donde quiera que iban y en toda circunstancia. No solamente los grandes apóstoles y “celebridades,” sino todo el pueblo de Dios como testigos poderosos del señor Jesucristo.
Yo espero que la lectura de Hechos, ligada a las reflexiones sobre las etapas de crecimiento te hayan inspirado, y quizás aportado claridad a tu caminar por este mundo siguiendo a Jesús. Tal vez te cause sorpresa descubrir que el Libro parece inconcluso. No nos dice nada de lo que le pasó finalmente a Pablo. Es como un final abierto. Y esto es así porque la historia de la salvación de Dios siempre se extiende más allá de lo que el Libro de los Hechos puede registrar. La historia de Hechos se sigue escribiendo con nuestras vidas para la gloria de Dios.
Lectura bíblica:
Hechos 28

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