En el camino, tenía que pasar por Samaria. Entonces llegó a una aldea samaritana llamada Sicar, cerca del campo que Jacob le dio a su hijo José. Allí estaba el pozo de Jacob; y Jesús, cansado por la larga caminata, se sentó junto al pozo cerca del mediodía. Poco después, llegó una mujer samaritana a sacar agua… Juan 4:4-7
Uno de mis propósitos de Año Nuevo en el ámbito, digamos, espiritual, (aunque no me gusta mucho esa distinción) es “ser más como Jesús” lo cuál es romper la regla totalmente al ser el propósito demasiado general e inespecífico, implicando un cosmos de cosas. Siguiendo el consejo que hemos venido compartiendo, la enfoco a ser más como Jesús en el ámbito de las “citas divinas.”
A lo largo del evangelio vemos a Jesús interactuar con individuos de una manera que implica una cita divina. Jesús se desvía del camino y “se topa” con la mujer samaritana. Parece algo coincidental, y tal vez así le pareció a la mujer, pero Jesús iba derechito en su dirección. Nicodemo, el fariseo, busca a Jesús de noche. Parece una solicitud de audiencia a horas inoportunas, pero también es una cita divina. Jesús y el ciego de nacimiento, otra coincidencia aparente, pero, de nuevo, no. Otra… ¡cita divina! Una y otra vez Jesús se deja guiar por el Padre/Espíritu Santo y termina en un encuentro que transforma vidas.
Mi anhelo es poder experimentar esa clase de citas divinas. Pero para que este anhelo sea un propósito de Año Nuevo necesita items de acción concreta. No solamente orar constantemente por ello (aunque esto es absolutamente imprescindible, obviamente), sino revisar ,una y otra vez, los pasajes del evangelio donde suceden estos encuentros; mantenerme abierto y con la antenita desplegada a que el Espíritu me guíe, como a Jesús y reconocer los encuentros; ponerme la meta de tener por lo menos una cita divina a la semana. Finalmente, evaluar mi semana en esta área: ¿Los hubo? ¿Me perdí de algunas oportundiades? Si no está sucediendo, algo está faltando.
Es importante ser positivos: Estar convencido de que seré guiado a estos encuentros. Recompensaré cualquier nivel de éxito por pqueño que sea. No me atormentaré si me doy cuenta de que se me pasó alguna oportunidad. Perseveraré para no abandonar el propósito si me tardo en reconocer esos encuentros divinos. La meta final será que este tipo de encuentros sean ya parte de mi vida de servicio a Jesús.
Es un ejemplo sencillo, pero la idea es ilustrar algo de como enmarcar nuestros propósitos.
«Señor, ayúdanos a enmarcar nuestras metas de manera que podamos ver su cumplimiento práctico. Enséñanos cuáles son los pasos prácticos y anímanos con resultados. En el nombre de Cristo, amén.»
Comments