top of page

Un Bebé Quietecito

  • Foto del escritor: Gabriel Miyar
    Gabriel Miyar
  • 11 sept
  • 2 Min. de lectura

Todo lo contrario: he calmado y aquietado mis ansias. Soy como un niño recién amamantado en el regazo de su madre. ¡Sí, como un niño recién amamantado soy! Salmo 131:2 (NVI).

 

La otra noche nos tocó a Yessi y a mí dormir a nuestras nietas. Estar con nuestras nietas es algo que disfrutamos inmensamente y nos hace muy felices. Julieta tiene cinco años y ya no es tan complicado dormirla, pero Ximena tiene poco más de dos años y a veces le lleva un tiempito acomodarse para dormir. Si ella está en el proceso, dando vueltas y retorciéndose acostada en su cunita y uno trata de salir del cuarto antes de tiempo, ella se inquieta y se levanta y es más difícil que se duerma.

 

Esta vez Ximena estaba muy cansada, pero estaba retorciéndose como gusanito en la cuna. Lo que hice fue quedarme quieto a un lado de la cuna, en la oscuridad, donde ella podía saber que estaba allí, podía ver mi silueta, pero no lo suficiente como para distraerla. Después de un rato se quedó profundamente dormida.

 

Esto me hizo pensar en mis propias noches, cuando me siento agitado y preocupado y me cuesta trabajo dormir o cuando me despierto a medianoche con alguna preocupación o ansiedad. Últimamente, he recordado las palabras del salmo.

 

El Salmo 131 dice que puedo ser como un bebé apacible y tranquilo por la proximidad de su madre. Y yo lo que hago es que uso mi imaginación para recordar que Jesús está conmigo, a mi lado. Sé que él está al lado de mi cama —lo imagino sentado en una silla que tenemos allí. Lo imagino velando por mí y protegiéndome. Y no son inventos de mi mente, pues la Palabra del Señor dice que él vela sobre nosotros: “Él no permitirá que tropieces; el que te cuida no se dormirá.” (Salmo 121:3, NVI). Por eso Pedro puede decir: “Pongan todas sus preocupaciones y ansiedades en las manos de Dios, porque él cuida de ustedes” (1 Pedro 5:7).

 

No es fácil, a veces nuestras preocupaciones y ansiedades son demasiado fuertes y batallamos para dejarlas en manos de Dios y confiar en que todo estará bien. Pero, no hay que rendirnos, si un día no lo logramos, no hay que darnos por vencidos. Y hay temporadas en las que cuesta más trabajo por algo que nos está estresando. En estas temporadas es necesario dedicarnos con más intensidad a la oración y luchar por que nuestra fe esté a la altura de lo que estamos enfrentando.

 

«Señor, enseña a mi alma a descansar en ti, como un bebé que se siente seguro y protegido en la cercanía de sus padres.»

 
 
 

3 comentarios



Ximena Garabito
Ximena Garabito
11 sept

Yo también me llamo Ximena, y también batallo para dormir cada noche, aún de adulta. Tengo un cuadro del padre a un lado de mi cama, y todo ese miedo o ansiedad, aunque no se va del todo, se siente más ligero, porque no lo cargo sola.

¡Gracias por compartir!

Me gusta

Alex Sandoval
Alex Sandoval
11 sept

Amen!

Me gusta
bottom of page