Enoc vivió trescientos sesenta y cinco años andando en íntima comunión con Dios. Y un día desapareció, porque Dios se lo llevó. Gen.5:23-24
El domingo decíamos que Enoc, cuya vida se describe tan brevemente en Génesis, nos “muestra cómo vivir una vida dedicada a Dios” (Tito 1:1). Pues, al unir esta diminuta mención con otra microbiografía que aparece del otro de la Biblia en Hebreos, Dios nos inspira y desafía a vivir entregados a él.
En el libro de Hebreos, el autor nos dice que Enoc “tuvo testimonio de haber agradado a Dios” (RV’60). ¿A qué se refiere? ¿Cuál fue ese testimonio? Pues, su traslado temprano al cielo. ¡Dios se agradaba tanto con él que se lo llevó con todo y zapatos al cielo! Ese es el testimonio. No pudo esperar a que muriera.
Fíjate, Gen. 5:23 menciona que Enoc era padre de Matusalén, quien vivió 969 años. Esto es muy significativo porque lo que nos está diciendo es que Enoc a sus 365 años todavía era muy “joven.” Enoc gozaba de muy buena salud. Le quedarían unos 500 años por vivir. Pero, Dios no se pudo esperar a que muriera. La implicación al relacionar Gen. 5 con Heb. 11 es que qué Dios disfrutaba tanto de su comunión con Enoc, y de su estilo de vida, que se lo llevó antes de tiempo.
Esto realmente me truena los fusibles porque quiere decir que podemos llevar vidas de tan íntima comunión con Dios y tan agradables a él que Dios ya quiera tenernos en su presencia.
Muchas veces nuestras vidas no están completamente entragadas a Dios. Dios tiene que estar compiteindo con un montón de cosas superfluas, luchando por cada centímetro y cada minuto que queremos robarle. En lugar de estar él recibiendo toda la gloria y todo el amor y toda la devoción de la que somos capaces, recibe algo muy intermitente y muy por debajo de lo que merece, hablo por mi.
Me impacta cuan intenso es el anhelo de Dios por que llevemos una vida de íntima comunión con él, que produzca una vida que le sea agradable. Siento fuertmente en mi espíritu con cuanto anhelo él espera que respondamos durante esta serie y nos entreguemos de lleno a él. El domingo yo sentía el hambre de Dios por nuestra devoción, ¡y era abrumador!
«Señor, primero que nada te pido perdón por lo difícil que te la pongo cuando quieres mi todo. Todos mis regateos y la forma en que siempre te estoy chiquiteando. Me doy cuenta de lo intermitente que es mi dedicación a ti y te pido con todo mi corazón que en este tiempo me enseñes a entregarme de lleno a ti, y a llevar una vida que te sea de lo más agradable. Te lo pido en el Espíritu Santo y en el nombre de Jesús, amén.»
No lo podría decir mejor, justo estos días he pasado por este tipo de pensamiento, y la manera en como lo refires aquí Pastor Gabriel es clara, concisa y reveladora. ¡Gracias por tu guía e inspiración!
Amén 🙏🏻