Antes de arrojar la primera piedra sobre Israel, esa nación testaruda que siempre estaba resistiendo la voluntad de Dios (Hech. 7:51), debo voltear hacia el espejo.
Que frustrante es cuando las cosas no salen como uno pensaba que Dios las iba a disponer. Como muchos de ustedes saben, mi suegra está internada en el Centro Médico de Occidente esperando una cirugía de válvula aórtica. Cómo muchos también saben, nos pidieron un donador de plaquetas. Pero ninguna de las personas que nos habían hecho el favor de responder fueron aceptadas por una u otra razón. El viernes, fui yo mismo a ofrecerme para donar las plaquetas aunque hacía poco había donado sangre y tomo medicamento para la presión. Gracias a Dios, pasé los filtros incluyendo el calibre de las venas. Pero una vez que me hicieron la biometría, fui rechazado por traer bajo conteo de glóbulos blancos. Por más que insistí, no hubo manera de hacer cambiar de parecer a la doctora en turno, correctamente por supuesto.
¡Que frustrante! Yo estaba seguro de que Dios iba a hacer que yo fuera aceptado como donador y más al ver que iba pasando los diferentes filtros. Además, también rechazaron a otra donadora que iba con nosotros. Nos quedamos otra vez en ceros.
Confieso que me sentí muy frustrado esa mañana. No podía entender como Dios, el poderoso Señor de los ejércitos celestiales, no había podido/querido, con el dedo meñique y con los ojos cerrados, hacer que mi conteo globular fuera perfecto. Muchas veces nos frustramos siguiendo esta línea de pensamiento. La verdad es que es imposible saber qué es lo que Dios está armando invisible a nuestros ojos. En momentos así es cuando uno se ve tentado a disminuir la confianza.
“En la tranquilidad y en la confianza está su fortaleza.” Sí, en la tranquilidad y la confianza está nuestra fortaleza. Y si nuestra tranquilidad y confianza disminuyen por el giro inesperado que toman las cosas, lógicamente nuestra fortaleza disminuye. Nos empezamos a debilitar.
Si Dios no hizo esto tan pequeño, ¿cómo hará lo más grande? Pero, ese es precisamente el punto, que Dios muchas veces quiere hacer las cosas de una forma que le traigan mucho más gloria. El viernes, más tarde, nos dijeron que la cirugía seguía en pie para el lunes, a pesar de que no hubieran aceptado a ninguno de los donadores. Que nos iban a hacer firmar una carta de compromiso de reponer esas plaquetas. ¡Gloria a Dios! Ahora, no quiero juzgar, pero es el Seguro Social. Todo puede cambiar. Pero, nosotros estamos confiando en el Dios que ordena las cosas para su mayor gloria. ¡Gloria a Dios!
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