Pues si ustedes, aun siendo malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más su Padre que está en los cielos dará cosas buenas a los que le pidan! Mateo 7:11 (NVI)
En esta jornada de aprender a aceptar que Dios me ama como un Padre me ha servido mucho la experiencia de ser mamá, pues honestamente no puedes imaginarte la manera en que un padre o una madre ama a sus hijos hasta que tienes uno propio. Sin embargo, estoy segura de que cada padre o madre leyendo esta reflexión está consciente de que no somos perfectos, en realidad estamos lejos de serlo, pero cada uno ha buscado lo mejor para sus hijos. Justamente esa es la idea de este pasaje, si nosotros que somos imperfectos buscamos lo mejor para nuestros hijos, ¡Cuánto más Dios que es perfectamente bueno!
La experiencia de tener un hijo me ha ayudado a entender que a pesar de seguir pecando y de seguir cometiendo errores, Dios no me deja de amar ni me des-adopta, pues he experimentado ese sentimiento de amor profundo hacia mi hijo, aun cuando se porta mal, aun cuando no me obedece, incluso si dice o hace algo que me lastima, puedo estar muy enojada con él y disciplinarlo de diferentes maneras, pero nunca deja de ser mi hijo amado, esto es parte de lo que Romanos 8:38 nos enseña.
Reconocer esta verdad es indispensable para poder madurar de una manera saludable en nuestra vida cristiana, pues de lo contrario vamos a pasarnos la vida buscando maneras de ganarnos el amor de Dios o Su aceptación, cuando el proceso es completamente al revés: primero somos adoptados por medio de la fe en Jesucristo, somos aceptados en Él y luego podemos ser transformados.
Esta verdad es tan profunda y tan poderosa para cambiar completamente nuestras vidas que la única manera de creerla es por medio de una revelación del Espíritu a nuestro propio espíritu, así que si aún dudas del amor de Dios por ti, oremos pidiendo esta revelación al Padre de la manera en que Pablo oró por los Efesios:
«Espero que puedan comprender, como corresponde a todo el pueblo de Dios, cuán ancho, cuán largo, cuán alto y cuán profundo es su amor. Es mi deseo que experimenten el amor de Cristo, aun cuando es demasiado grande para comprenderlo todo. Entonces serán completos con toda la plenitud de la vida y el poder que proviene de Dios. Efesios 3:18-19 (NTV).»
Comments