Suave Murmullo
- Daniela Orozco
- 8 may
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El Señor le ordenó: —Sal y preséntate ante mí en la montaña, porque estoy a punto de pasar por allí. Mientras estaba allí, el Señor pasó y vino un viento recio, tan violento que partió las montañas y destrozó las rocas, pero el Señor no estaba en el viento. Después del viento hubo un terremoto, pero el Señor tampoco estaba en el terremoto. Tras el terremoto vino un fuego, pero el Señor tampoco estaba en el fuego. Y después del fuego vino un suave murmullo. Cuando Elías lo oyó, se cubrió el rostro con el manto y, saliendo, se puso a la entrada de la cueva. 1 Reyes 19:11-13a (NVI)
El domingo pasado tuve el privilegio de predicar en IPV Norte y hablé del milagro impresionante que Dios hizo por medio de Elías cuando derrotó a los profetas de Baal.
Ahora me gustaría resaltar este pasaje que está inmediatamente después porque claramente la vida cristiana no se vive siempre en la cima de las emociones. Después de que Elías realizó este milagro tan impresionante y volvió a llover en Israel, tuvo que huir porque la reina quería matarlo. Esto lo llevó del éxito ministerial más grande al hoyo más profundo de la desesperación, pues se dio cuenta de que el pueblo no permaneció fiel a Dios y de que su vida volvía a correr peligro. En medio de esa tristeza, desesperación, miedo e incertidumbre, Dios le habló justo como él necesitaba.
Dios se había revelado ya como aquel que controla el clima y que tiene poder por encima de cualquier ídolo, lo hizo de manera espectacular en el Monte Carmelo. Pero ahora, Dios se revelo en el suave murmullo. Pienso que eso era lo que Elías necesitaba en ese momento, él necesitaba ese suave murmullo que le diera paz en su alma, esa ternura que consuela profundamente el corazón y solo puede venir de Dios.
No sé que estés viviendo en este momento de tu vida, pero buscar a Dios siempre es lo que más necesitamos, ya sea que necesites que Él se manifieste de manera poderosa y derrote a todo enemigo espiritual o incluso a cualquier ídolo que hayas dejado entrar a tu corazón, o que necesites que llegue Su Espíritu suavemente a consolar tu corazón; puedes buscar a Dios.
«Señor, ayúdanos a encontrarte, que seas siempre el lugar en donde buscamos refugio. Amén.»
Amen!