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Shamanismo

  • Foto del escritor: Gabriel Miyar
    Gabriel Miyar
  • 20 may
  • 3 Min. de lectura

Nadie entre los tuyos deberá sacrificar a su hijo o hija en el fuego ni practicar la adivinación, agorería o hechicería; 11 tampoco hacer conjuros, servir de médium, practicar espiritismo o consultar a los muertos. Deuteronomio 18:10-11 (NVI).


En cada nuevo ciclo anual de búsqueda del Espíritu Santo alrededor de la fecha de Pentecostés, nuestro propósito es profundizar y ampliar nuestra experiencia con la Tercera Persona de la Trinidad. Buscamos más de su fruto en nuestras vidas, que es el fundamento de nuestro carácter como seguidores de Cristo. Pero, no te puedo ocultar el hecho de que en cada nuevo nuevo ciclo también buscamos ampliar nuestra experiencia sobrenatural del Espíritu Santo.


Hay un hermano que me encuentro periódicamente y cuando me ve, me saluda diciéndome: “Hola Shaman.” Esto se me hace muy gracioso porque no me considero muy pentecostal, pero para él soy una figura shamánica.


Según Anvir Singh, autor del nuevo libro Shamanism: The Timeless Religion (El Shamanismo: La Religión Atemporal), “un shamán es un especialista que, a través de estados de conciencia fuera de lo ordinario, entra en contacto con realidades invisibles y provee servicios como sanidad y adivinación” (nosotros diríamos profecía).


Estos estados de conciencia alterados normalmente se logran a través de drogas, trances y danzas al son de percusiones hipnóticas, ayunos intensos, meditaciones místicas y “todo lo que ponga a flote tu barco” —y lo lleve al más allá. Estando allá, supuestamente, puedes batallar con demonios, volar por el cielo, zambullirte en el inframundo, enrolar la ayuda de “animales de poder,” o tener comunión con las almas de los muertos. Se supone que siempre regresas al mundo ordinario más fuerte después de una experiencia así.


Tú que conoces la Palabra de Dios, sabes que sí hay cierta similitud superficial entre nuestra búsqueda espiritual y la búsqueda shamánica, pero la esencia de ambas rutas a lo sobrenatural es totalmente diferente. El resultado se puede asemejar. En ambos casos te sientes más fuerte y más libre y probablemente con nuevas capacidades espirituales.


Pero, en el caso del shamanismo emerges de la experiencia cada vez más esclavizado a las entidades malignas. Y tarde, o temprano, cualquier beneficio temporal que pudieras haber recibido palidece ante la esclavitud permanente al mundo de las tinieblas.


Los shamanes, y quienes acuden con ellos, buscan manipular a las fuerzas espirituales para su propio beneficio, que es el propósito de la hechicería, controlar el mundo espiritual para lograr lo que quieres en la vida. Y las fuerzas espirituales parecen estar bien con esto, sólo que, tarde o temprano, te van a cobrar caro el servicio. En esencia, es venderle tu alma al diablo.


En el caso de nuestra búsqueda espiritual, nuestro cometido es totalmente opuesto. Y no necesitamos de accesorios como sustancias sicodélicas, o drogas, o trances, o estados de conciencia alterados. Jamás verás a Jesús en los evangelios haciendo nada de este hocus pocus.


Y, sobre todo, y esto es absolutamente central, nosotros buscamos someternos a la voluntad de Dios. Rendimos nuestra voluntad a los propósitos soberanos de Dios, y por ello no tratamos de manipular el resultado. Y si lo hacemos, sólo terminamos frustrados.


Por ello también, si las cosas no salen como esperábamos, no abandonamos a Dios. Si duda, nos rebelaremos contra su voluntad, nos quejaremos amargamente, reclamaremos y sufriremos intensamente, pero al final nos someteremos a la voluntad de Dios, porque realmente no somos shamanes.

 
 
 

2 Comments


Alex Sandoval
Alex Sandoval
May 20

Amen!

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patydesanchez70
May 20

Amén ⚘️ 🙌🏻

Si, gracias a Dios


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