Como el ciervo brama por las corrientes de las aguas, Así clama por ti, oh Dios, el alma mía. Salmo 42:1 (Reina Valera 1960).
El otro día en la transmisión de oración matutina mencionamos Yessi y yo que nos parecía una hermosa “coincidencia” que el mes de mayo, que hemos apartado para renovar nuestra comprensión y experiencia del Espíritu Santo, es también el mes más caluroso y más seco en nuestra latitud.
Empezamos la transmisión hablando informalmente de cómo en este tiempo diferentes personas nos decían que se les estaba racionando el agua. Y estamos hablando tanto de colonias afluentes, como de colonias con escasos recursos. En todas estaba habiendo algún tipo de racionamiento del agua. En algunas por corte del suministro; en otras por penalizaciones. Unas más que otras, por supuesto. Nuestro propio jardín tenía dos días que no los regábamos. Y, sin proponérnoslo, la plática nos fue llevando al ámbito espiritual. Hicimos la conexión sequía espiritual/necesidad del fresco fluir del Espíritu Santo.
Después de algunos meses de no centranos mucho en el Espíritu Santo, en este tiempo le pedimos a Dios que abra los caudales y lo derrame abundantemente sobre nuestras vidas. Ahora bien, la idea no es estar haciendo esto cada año como en lo natural, siendo visitados por las aguas solamente durante el temporal de lluvias. No, la idea, es rogarle a Dios que tengamos lluvia espiritual todo el año. La idea es que modifiquemos nuestras vidas de tal forma que siempre estemos experimentando la fresca lluvia del Espíritu Santo en nuestras vidas. No sé, algo así ocmo lo que sucede en las islas británicas e irlandesas casi todo el año (casi).
Todo lo que enseñamos durante estos domingos, durante estos viernes, que hemos llamado “Noches del Espíritu Santo,” y cada día de mayo en esta reflexión, tiene el propósito de establecer un patrón de experiencia que haga que la actividad del Espíritu Santo sea una constante en nuestras vidas aún si no estamos hablando específicamente de ello. Todo lo que aprendemos en este tiempo va dirigido hacia allá. Pero, somos seres humanos falibles, por lo tanto, nos aseguramos de cada año, por lo menos cada año, proveemos nuevas herramientas para asegurarnos de que nuestra tierra espiritual esté siempre irrigada por la lluvia del Espíritu. Y que, si aún así, experimentamos tiempos de sequía, lo cual quizás, sea inevitable, nos volvamos de nuevo hacia el Espíritu Santo, sedientos, diciéndole:
«Por favor Señor, Espíritu Santo dígnate a venir a nuestras vidas en abundancia. No nos dejes apoyarnos en nuestro propio conocimiento o habilidad. No permitas que en nuestra autosuficiencia carnal dejemos de consultarte y pedirte dirección para nuestras vida. Oportunidades para experimentar tu mover y llevarlo a las vidas de otros. No nos permitas suponer que ya sabemos todo lo que quieres para nosotros. Háblanos hoy de una manera fresca y poderosa. Amén.»
Comments