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  • Foto del escritorGabriel Miyar

Seguimos Pensando en Cuba

Los pobres pasan todo su tiempo buscando comida. Job 24:5b


¿Qué siente Dios acerca de sus hijos en Cuba? Sé que le duele la escasez y privaciones que tienen. Lo sé porque él lo dice en su Palabra. Las carencias privaciones y pobreza no son buenas. Nadie puede decir que lo son.


A Dios le duele que los cubanos carezcan de tantas cosas. Como buen Padre, él quiere darles todo lo necesario y más. Mateo 7:9-12:


»Ustedes, los que son padres, si sus hijos les piden un pedazo de pan, ¿acaso les dan una piedra en su lugar? O si les piden un pescado, ¿les dan una serpiente? ¡Claro que no! … cuánto más su Padre celestial dará buenos regalos a quienes le pidan.


Y los creyentes en Cuba lo viven día a día. Testifican de la bondad de Dios en proveerles de alguna u otra forma de lo necesario cada día. Pero… no mucho. Tampoco Jesús recibió mucho del Padre en esta vida: “El hijo del hombre no tiene donde recostar la cabeza”—dijo Jesús (Mateo 8:20). Cuando el diablo tentó a Jesús, —“Convierte estas piedras en panes.” —“¡No!” —contestó Jesús. Hay cosas más importantes por las cuáles vivir.


Pero, que fácil decir: “¡Acepta ser pobre como Jesús!” “Tú lo dices porque lo tienes todo”—nos podrían contestar. Sólo un pobre le puede decir a otro pobre: “vive contento.” ¡Si lo dice un rico es un insulto!


Para mí en particular, me fue muy revelador hablar en Cuba acerca del contentamiento después de haber hablado en México acerca del contentamiento. En ambos lugares me costó trabajo. Por muy diferentes razones. En México porque vivimos en una cultura tan saturada de materialismo que ni los mismos creyentes nos libramos de su influencia. En Cuba porque el contentamiento no es resignación. Y muchos allí viven con resignación, no con contentamiento. El reto para ellos es tan grande como para nosotros, pero de forma totalmente opuesta. A nosotros nos distrae la abundancia; a ellos los distrae la escasez. El que tiene mucho vive distraído porque quiere mucho más; el que no tiene vive distraído porque está pensando cómo poner el pan en la mesa el día de mañana.


En última instancia, la meta no es la pobreza… ni la riqueza. Sino el contentamiento. El contentamiento es el secreto.


«Señor, Padre Amoroso, haz que realmente aprendamos a vivir en este mundo libres de toda distracción y enfocados en Cristo. Y en ser muy, muy generosos, para reflejar tu bondad a este mundo. Oramos por nuestros hermanos en Cuba, que les muestres toda tu generosidad, amén.»

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