Algunas mujeres miraban de lejos, entre ellas, María Magdalena, María (la madre de Santiago el menor y de José), y Salomé. Eran seguidoras de Jesús y lo habían cuidado mientras estaba en Galilea. También estaban allí muchas otras mujeres que habían venido con él a Jerusalén. Marcos 15:40-41 (cursivas mías).
¡Cómo me hubiera gustado que me hubiera tocado este versículo el viernes pasado que festejamos el Día Internacional de la Mujer! Pero, bueno, todavía está fresco en nuestra memoria y podemos extender la celebración para las chicas, que se merecen mucho más que un día de reconocimiento y honra.
“Eran seguidoras de Jesús” (v.41). Me fascina el honroso lugar que los escritores del Nuevo Testamento le asignan a la mujer. Los evangelistas se aseguran de mencionar la participación de las mujeres en la vida de los seguidores de Jesús. Los apóstoles también subrayan claramente la participación de las seguidoras de Jesús en la vida de la iglesia. En ningún otro lugar de la época vemos esto. La cultura del primer siglo en el mundo grecoromano era una cultura donde la mujer estaba completamente relegada. Y lo mismo en las culturas orientales, y en general en el mundo entero, incluido el nuevo continente.
Sin embrago, aquí tenemos a un grupo numeroso de seguidoras que, a diferencia de los seguidores, tuvieron el valor de estar presentes en el lugar de la crucifixión, algunas de ellas al pie de la cruz, incluyendo la madre de Jesús (Juan 10:25). La única excepción fue el apóstol Juan. Y dice Marcos que estas mujeres, que eran seguidoras de Jesús lo “cuidaban” (NTV). Y esto me recuerda lo que dijimos el otro día acerca del apóstol Juan, quien se quedó al pie de la cruz mientras los demás huyeron, de tal manera que Jesús pudo encargarle a su mamá para que “la cuidara.” Así que Juan solamente estaba haciendo lo que estas seguidoras habían venido haciendo por un buen tiempo. Gracias a Dios que tenemos a nuestras increíbles hermanas en Cristo, a quienes los hombres podemos imitar. De esta manera, seguidores y seguidoras podemos aprender los unos de los otros. Es hermosísimo lo que hombres y mujeres, cuando nos honramos mutuamente, podemos hacer en las filas de Nuestro Señor Jesucristo.
«Señor, te pido que me ayudes a ver esta maravillosa interdependencia entre tus hijos y tus hijas. Elimina por completo de mi vida cualquier actitud prejuiciosa con la que la cultura en la que vivo me haya contaminado. Como hombre, ayúdame a honrar a tus seguidoras. Como mujer, ayúdame a honrar a tus seguidores y a dar mi aportación con toda confianza y libertad, sin temor alguno. Juntos, Señor, te pedimos que nos enseñes a crecer sin actitudes malsanas y extremas como el machismo y el feminismo secular. Amén.»
Las mujeres que siguen y sirven a Jesús son un poderoso testimonio en casa y fuera de casa,. Es hermoso vivir con una de ellas 🌷
Gracias Pastor 🙏🏼