Allí también toda la comunidad de Israel se quejó de Moisés y Aarón. «¡Si tan solo el Señor nos hubiera matado en Egipto!—protestaban—. Allá nos sentábamos junto a las ollas llenas de carne y comíamos todo el pan que se nos antojaba; pero ahora tú nos has traído a este desierto para matarnos de hambre». Exodo 16:2-3
Los judíos son quejumbrosos por naturaleza —no lo digo yo, lo dice Michael Weber, un autor judío— hasta tienen un nombre en el idioma yidish (idioma tradicional judío, un descendiente hebraizado del alemán) para eso: kvetch. “Para los judíos kvetchear se convierte en la forma de ejercer alguna medida de control sobre un mundo hostil. Como mucho de la cultura judía, kvetchear tiene sus raíces en la Biblia que dedica una buena parte de sus páginas a las quejas interminables de los israelitas, que le buscan defectos a todo lo que hay debajo del sol. Se quejan a causa de sus problemas y se quejan de las soluciones. Se quejan en Egipto y se quejan en el desierto. No importa lo que Dios haga, está mal; no importa que favores les conceda, nunca serán suficientes” (Weber).
Así, por ejemplo, los israelitas están a orillas del mar rojo, con el faraón y sus huestes acercándose rápidamente. Dios ha estado enviando plaga tras plaga a los egipcios. Justo acaba de matar a cada uno de sus primogénitos varones. Los israelitas están nerviosos, comprensiblemente, pero hay una gran diferencia entre sentir temor y estar tan fuera de sí por el pavor que insultan al Agente de tu rescate:
“Y le dijeron a Moisés: ‘¿que? ¿No había tumbas en Egipto que tenías que traernos al desierto a morir?…[amarga ironía]… ¿Que te decíamos en Egipto? ¡Deja de estar encima de nosotros! Déjanos servir a los egipcios, porque servir a los egipcios es mejor que morir en el desierto ‘” (Exodo 14:11-12).
Esta actitud de descontento permanente y de queja interminable es tan intensa que en una ocasión Dios decide realmente darles algo por lo cual quejarse. Los judíos quieren carne en lugar del maná, que ha sido todo el menú por un buen rato y Moisés les dice:
Ustedes gemían y el Señor oyó sus quejidos: ‘¡Oh, un poco de carne! ¡Estábamos en mejores condiciones en Egipto!’. Ahora, el Señor les dará carne y tendrán que comérsela. Y no será solo un día, ni dos, ni cinco, ni diez, ni aun veinte. La comerán durante un mes entero, hasta que les produzca náuseas y estén hartos de tanta carne. Pues han rechazado al Señor que está aquí entre ustedes y han lloriqueado diciendo: ‘¿Por qué dejamos Egipto?’”. Números 11:18-20
Desgraciadamente, los judíos no tienen el monopolio de la queja. Nosotros también somos propensos a quejarnos. Te dejo algunas citas que tienen poder para contrarrestar la tendencia a quejarnos:
«Jesús les contestó: “Dejen de quejarse por lo que dije” (Juan 6:43).
“Tampoco debemos quejarnos, como algunos de ellos lo hicieron. Por eso el ángel de la muerte los mató” (1 Corintios 10:10, NTV).
“Hagan todo sin quejarse y sin discutir” (Filipenses 2:14).
“Hermanos, no se quejen unos de otros, o serán juzgados. ¡Pues miren, el Juez ya está a la puerta!” (Santiago 5:9).
“Practiquen la hospitalidad entre ustedes sin quejarse” (1 Pedro 4:9, NVI).
Te invito a orar porque Dios aleje de nosotros toda la actitud de queja.
Gracias por tus comentarios.
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