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Santa o No Santa

Foto del escritor: Gabriel MiyarGabriel Miyar

Hay quien considera que un día tiene más importancia que otro, pero hay quien considera iguales todos los días. Cada uno debe estar firme en sus propias opiniones… Por tanto, dejemos de juzgarnos unos a otros. Más bien, propónganse no poner tropiezos ni obstáculos al hermano. Romanos 14:5, 13 (NVI).


Caitlin Flanagan, reconocida autora y columnista de la revista Atlantic, cuenta que cuando Ellen, su hermana mayor tenía 4 ó 5 años de edad, ella y la vecinita de enfrente estaban jugando en el jardín de su casa en Berkeley, California. “La amiga que vivía frente a nosotros era la hija de un pastor luterano que mi papá consideraba una persona pomposa y ridícula. Un día, Ellen entró corriendo por la puerta de la cocina, —azotándola— subió las escaleras y llegó al estudio de papá: ‘¡Papi, papi!’ grito, angustiada ‘¡Margaret Mumm dice que Santa Claus no existe!’ Papá dejó de teclear en su máquina de escribir, consideró el asunto brevemente, y entonces le dijo: ‘Tú dile a Margaret Mumm que Dios no existe.’”


La verdad, Margaret y su papá se lo ganaron a pulso. Nosotros en IPV no tenemos una postura oficial al respecto. O más bien, nuestra postura oficial es respetar a los padres de familia. Si ellos quieren mantener la tradición de Santa Claus, pensamos que pueden hacerlo (en nuestra infancia en Celaya eran los Reyes Magos). No consideramos que están cometiendo el pecado de mentirles a sus hijos. Están manteniendo una ilusión temporal. Si estos padres son, en general, veraces en su trato con sus hijos, cuando estos crezcan podrán distinguir entre la “mentira” de mantener la ilusión de Santa y las mentiras ordinarias que los padres cometen. Cuando dejaron de venir los Reyes Magos, ni mis hermanos ni yo nos traumamos o gritamos: “¡padres mentirosos! ¡Se las van a ver con Dios!”


Por otro lado, si los padres piensan que no está bien para sus hijos que ellos mantengan dicha ilusión, tienen toda la libertad de no hacerlo, por supuesto. Sólo que nuestro consejo es que hablen con sus hijos para que estos no sientan que tienen que desengañar a su generación. Esta es una actitud carente de amor que lleva a una postura de orgullo y sensación de superioridad, nada buenas en la crianza de los hijos.


Por cierto quienes dicen que no les hablarán de Santa Claus, sino del Niño Dios, está bien también, suena más piadoso atribuírle los regalos a él, nada más que sepan que el Niño Dios tampoco existe. Dejó de existir cuando Jesús hizo su Bar Mitzva.


¡Feliz Navidad!

137 visualizaciones1 comentario

1 Comment


Unknown member
Dec 10, 2024

Bien dicho !!

Gracias Pastor 🙏🏼

Arturo M.

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