Sale para Afuera
- Gabriel Miyar
- 2 jun
- 2 Min. de lectura
Esta semana estaremos hablando del Espíritu Santo y la Misión de la Iglesia. Desde Génesis y a lo largo de todo el Antiguo Testamento vemos que el plan de Dios es restaurar a todas las naciones y reconciliarlas consigo mismo. El Espíritu Santo suple la dirección y el poder que se necesita para llevar a cabo este Plan Maestro.
Pero, si somos sinceros, reconoceremos que venimos cada domingo para escuchar algo que nos levante el ánimo y apacigüe nuestras muchas ansiedades. No venimos para recibir tarea, especialmente la tarea de ponernos a trabajar por el Reino.
Queremos más prosperidad económica, pollo más barato, una vida con salud, libre de enfermedad; una vida más feliz y más larga; queremos que nos noten, sobresalir y tener reconocimiento; alguien que nos ame y no requiera de mucho mantenimiento emocional. Cosas así.
Normalmente no queremos más sabiduría; más devoción, más celo por Cristo y su causa; más oportunidades y capacitación para dar a conocer el evangelio; más poder sobrenatural para hacerle más bien al prójimo y testificar de Jesús.
El Espíritu, sin embargo, no se da por vencido y nos urge, una y otra vez, a mirar hacia afuera del pequeño círculo de nuestras vidas.
El último día del festival, el más importante, Jesús se puso de pie y gritó a la multitud: «¡Todo el que tenga sed puede venir a mí! ¡Todo el que crea en mí puede venir y beber! Pues las Escrituras declaran: “De su corazón, brotarán ríos de agua viva”». (Con la expresión «agua viva», se refería al Espíritu, el cual se le daría a todo el que creyera en él; pero el Espíritu aún no había sido dado, porque Jesús todavía no había entrado en su gloria). Juan 7:37-39.
Noten que habla del Espíritu Santo que brotará de nosotros… saldrá hacia afuera (valga la redundancia)… no se quedará adentro para satisfacer exclusivamente las necesidades del huésped —nosotros. Es como el universo funciona. Se nos dio el Espíritu Santo, no sólo para suplir nuestras propias necesidades y mitigar nuestras propios angustias. Si incluye eso:
Porque la ley de Moisés dice: «No le pongas bozal al buey para impedirle que coma mientras trilla el grano» 1 Cor. 9:9, sobre Deut. 25:4
Pero, el buey entra en la cosecha, no para su propio beneficio y saciedad, sino para trabajar para su amo. Así es, cuando el Espíritu Santo viene con poder a nuestras vidas.
«Señor, te pido que empieces a cambiar la orientación de mi vida. Te doy gracias porque suples mis necesidades, pero te pido que vuelvas mi mirada hacia afuera en la compasión y el poder del Espíritu Santo. Amén.»
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