Quebrado para Bendecir

Jesús tomó los cinco panes y los dos pescados, miró hacia el cielo y los bendijo. Luego, a medida que partía los panes en trozos, se los daba a sus discípulos para que los distribuyeran entre la gente. También dividió los pescados para que cada persona tuviera su porción. Marcos 6:41

Estoy muy emocionado con todo lo que sucedió el fin de semana en nuestro Encuentro de Voluntarios. Que, por cierto, la invitación siempre estuvo abierta a quien quisiera, y lo dijimos de muchas maneras. Si nos pudiste acompañar, te diste cuenta de lo maravilloso que fue, y de cómo cada enseñanza estaba centrada en el corazón del Evangelio. Esa fue una de las cosas que más me bendijo. Si no pudiste, no te preocupes, te llegará la bendición.

Jesucristo, verdaderamente es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. En esta frase está encerrado el evangelio, el sacrificio único de Jesús para quitar nuestro pecado, y, como Vince nos dijo, quitó la culpa en nuestro pasado, la vergüenza en nuestro presente y el temor en nuestro futuro. Éste es el poder del evangelio que sigue actuando en nuestras vidas, como dijo Pablo, y se mencionó en el encuentro:

Pues no me avergüenzo de la Buena Noticia [el evangelio] acerca de Cristo, porque es poder de Dios en acción para salvar a todos los que creen, a los judíos primero y también a los gentiles. Esa Buena Noticia nos revela cómo Dios nos hace justos ante sus ojos, lo cual se logra del principio al fin por medio de la fe. Como dicen las Escrituras: «Es por medio de la fe que el justo tiene vida.» Romanos 1:16-17

A partir de este fundamento, que se proclamó de diferentes maneras, a lo largo del viernes y el sábado, es que puede darse la multiplicación.

¡Ay! ¡Y como nos habló el Señor tan elocuente y poderosamente acerca de la multiplicación en el clímax del encuentro! Ayer Danielita mencionó algunas cosas (y por cierto, ¿qué tal la “coincidencia” de que este domingo pasado estuviera programado hablar acerca de la multiplicación como cierre de la serie? ¡Es impresionante! ¡No me la acabo con el Señor!).

Este pasaje, por cierto, de la multiplicación de los cinco panes y los dos peces es, no sé, quizás, mi pasaje favorito, o al menos uno de mis pasajes favoritos en el evangelio (he hablado con pasión de esto en otras ocasiones). La tesis de Alan Frow, es que sólo puede haber multiplicación a partir de dar y darnos sacrificialmente. Dar lo que nos sobra nunca opera nada poderoso. Este muchacho que traía su almuerzo, renunció por completo a él. Y el pan que se multiplicó, fue primero partido, es decir, experimentó quebranto, y a partir de ese quebranto vino la multiplicación. Hay un universo interpretativo allí adentro.

Sólo quiero animarte hoy a considerar esta verdad de la multiplicación sacrificial, cimentada en el poder del Evangelio.

«Señor, háblame de tu poder para multiplicar aquello a lo que me cuesta trabajo renunciar y poner ante ti. Amén.»