Así que Moisés, siervo del Señor, murió allí, en la tierra de Moab, tal como el Señor había dicho. Deuteronomio 34:5
Hoy me tocó leer el capítulo final del libro de Deuteronomio que describe la muerte de Moisés en la cumbre del monte Pisga ,“que está frente a Jericó” (v. 1). Allí Dios le muestra “todo el territorio, desde Galaad hasta tan lejos como Dan” (v.2). Y le dice: “Esta es la tierra que le prometí bajo juramento a Abraham, a Isaac y a Jacob cuando dije: «la daré a tus descendientes. Ahora te he permitido verla con tus propios ojos, pero no entraras en ella»” (v.4).
Al principio del Libro de Deuteronomio, —como me comentó el pastor Oscar Suárez en una conversación, quien, curiosamente, también ayer terminó el Libro de Deuteronomio— se ve que Moisés experimenta cierta amargura por el hecho de qué no podrá entrar en la tierra prometida: »Además, el Señor se enojó conmigo por culpa de ustedes. Me dijo: “Moisés, ¡tú tampoco entrarás en la Tierra Prometida! (Deut. 1:37).
Pero, como me comentó Oscar, ya al final del libro se ve que Moisés ha hecho las paces con su destino. Está conforme y no hay asomo de amargura, solamente gratitud hacia el Señor. ¿Qué fue lo que pasó en el inter? Pues, al parecer Moisés tuvo una larga conversación con el Señor mientras preparaba Deuteronomio. Deuteronomio es un sermón, una predicación, literalmente. Una predicación que Moisés estuvo preparando en la Presencia de Dios por un buen rato, una larga predicación que debió haber durado horas. Y, como suele suceder, cuando estamos preparando una enseñanza o una predicación, Dios nos habla y trata con nosotros antes de tratar con la gente que va a escuchar nuestro mensaje.
Algo que me resalta especialmente es que dice que a los 120 años Moisés goza de una excelente salud: “Moisés tenía ciento veinte años cuando murió, pero hasta entonces conservó una buena vista y mantuvo todo su vigor” (v.7). Moisés no murió de ninguna enfermedad. Esto suena tan hermoso, sobre todo para personas que, como mis hermanos y yo, estamos viviendo el pronunciado deterioro de la salud de mis padres a los 90 años. ¡Pensar que gozaran de una excelente salud otros 30 años! ¡Wow!
Naturalmente, también pienso en mi propio futuro, y le ruego al señor que me conceda una muerte similar a la de Moisés, no a los 120 años, gracias. Pero, si una muerte a edad avanzada en salud y con vigor. Sé que no nada más debo orar esto, debo tomar medidas en cuanto a mi estilo de vida. Medidas radicales que tienen que estar ya puestas en su lugar.
Pero, lo que más me fascina es algo implícito en el versículo 5, al menos implícito para los eruditos bíblicos judíos. El v. 5 dice: “Así que Moisés, siervo del Señor, murió allí, en la tierra de Moab, tal como el Señor había dicho (Deut. 34:5, cursivas mías). Pero, nos dicen estos eruditos que literalmente dice “Moisés… murió por la boca del Señor.” Normalmente, interpretaríamos esto como: “por la palabra del Señor,” por un dicho o decreto del Señor. Pero, el uso de la palabra “boca” animó a los maestros judíos a describir lo que sucedió aquí como “muerte por beso.” Es decir, el Señor lo besó con Su boca y Moisés exhaló su último aliento, entregó el Espíritu. ¡Qué manera tan increíble de morir! ¡Por un beso de Dios! Voy a incluir esto a mis oraciones personales.
Los amo.
Ufff que hermosura 🙏🏼
Gracias Pastor
Siiii, yo también incluiré eso en mi oración. Ayer le estaba diciendo a mi esposo como me gustaría morir, (según vi en esa película que vimos, rodeada de mis hijos, de mis nietos y aún más, de bisnietos como en dicha peli), pero morir con un beso de mi Padre Celestial, eso sí que es lo mejor. Gracias querido Pastor.