¿Por qué... a mí?
- Fer Avilés
- 1 may
- 2 Min. de lectura
Muchas veces preguntamos a Dios las razones de nuestras enfermedades, dificultades y sufrimientos. Es natural: como humanos anhelamos comprender.
Así también Job pidió explicaciones en Job 31:35 (RVC-paráfrasis): "¡Que se me proporcione quién me oiga! ¡Firmo mi declaración! Que me dé sus razones el Todopoderoso. ¡Ojalá tuviera yo por escrito la acusación que me hace mi adversario!"
Sin embargo, la respuesta de Dios no llegó como Job hubiera deseado. En Job 38:1-4 y siguientes, Dios respondió exaltando su grandeza y sabiduría, cuestionando a Job sobre su derecho a pedirle cuentas:
"¿Dónde estabas tú cuando puse las bases de la tierra? Dímelo, si en verdad sabes tanto."
De algún modo, Dios le recordó que Él es el Creador Todopoderoso, soberano y cuidadoso de todo, y que nada escapa de sus manos. No fue una respuesta grosera, pero sí profundamente humillante, reposicionando a Job en su lugar como criatura.
Además de responder al "¿por qué?", Dios corrigió el "¿…a mí?", quitando el enfoque de Job en sí mismo para dirigirlo a Él.
Quizás no siempre sentimos una respuesta tan contundente de parte de Dios. Sin embargo, sabemos que Él no se subordina a nuestras exigencias de explicaciones. Esto no significa que nos trate de manera arbitraria o sin consuelo: al contrario, Dios ofrece una esperanza sólida aun cuando no entendemos.
Romanos 8:28-29 (RVC) lo afirma: "Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fueran hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos."
Así, en vez de preguntar "¿por qué a mí?", podemos preguntarnos: "¿Cómo te glorifico en esto?”, “¿Cómo te sirvo a través de esto?”, “¿Cómo me parezco más a Cristo a través de esta circunstancia?"
Sea un acontecimiento que provoqué o algo que simplemente llegó, en Dios podemos reconocer Su infinita sabiduría y rendirnos en humildad y adoración.
Dios puede no tener para ti la mayoría de las veces un “porqué”, pero sí tiene un “para qué” y esperanza profunda en fijar tu mirada en Él.
"Dios, ayúdanos a mirar tu grandeza y tu gobierno aun en medio de nuestros sufrimientos. Enséñanos a reconocer la esperanza y el propósito detrás de todo lo que vivimos, y a servirte y glorificarte en ello. Amén."
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