Timoteo, es bueno que sepas que, en los últimos días, habrá tiempos muy difíciles. 2 Pues la gente solo tendrá amor por sí misma y por su dinero. Serán fanfarrones y orgullosos, se burlarán de Dios, serán desobedientes a sus padres y malagradecidos. No considerarán nada sagrado. 3 No amarán ni perdonarán; calumniarán a otros y no tendrán control propio. Serán crueles y odiarán lo que es bueno. 4 Traicionarán a sus amigos, serán imprudentes, se llenarán de soberbia y amarán el placer en lugar de amar a Dios. 5 Actuarán como religiosos pero rechazarán el único poder capaz de hacerlos obedientes a Dios. ¡Aléjate de esa clase de individuos! 2 Tim. 3:1-5
Recuerdo una predicación muy impactante de nuestro buen amigo, Jesiah Hansen. Se llama Plantando Iglesias en el Infierno. No recuerdo todo pero él hablaba de la situación en Tepic hace unos años. Su iglesia había experimentado de primera mano la violencia porque un delincuente que estaba huyendo se había refugiado en su iglesia poniendo en peligro a todo el personal que se encontraba allí. Lo trágico del asunto es que el hombre murió en el enfrentamiento con la policia. Jesiah quedó muy impactado. Esta experiencia se conviertió en la predicación Plantando Iglesias en el Infierno. Fue un mensaje muy real.
Si acaso la situación hoy en día es mucho más alarmante. En lugares como Culiacán y Mazatlán la situación de criminalidad ha rebasado todo control y los residentes de estas ciudades nos dice que no se reporta ni la mitad de las cosas terribles que están pasando allí. Y en muchos otros lugares del país está sucediendo lo mismo.
Y no es de sorprender si el presidente saliente dice en un artículo suyo que leí con mis propios ojos (¡y que no podía creer!) que los narcotraficantes son personas muy respetuosas. Que le tocó experimentar de primera mano en Sinaloa lo respetuosos que son. Dijo, además, que no se meten con la población “civil.” Que sólo van tras los que están en actividades de narcotráfico rivales. Nada dice de los cobros de plaza a los “civiles” —que han hecho que mucha gente productiva se vaya del país— ni de los secuestros a los “civiles,” ni nada de eso. Realmente, es muy reveladora su actitud y nos hace pensar en qué nexos —respetuosos— puedan existir entre gobierno y organizaciones criminales.
No es mi intención meterme en política, pero los sucesos actuales a lo largo y ancho del país acentúan aquel mensaje de Jesiah. Más que nunca antes, estamos llamados a plantar iglesias en el infierno. Es la única manera de recobrar este país para Dios, su legítimo dueño.
«Señor, danos valor para plantar vida en este infierno de muerte y maldad en el cual vivimos.»
amen! ❤️