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Pacto Inquebrantable

  • Foto del escritor: Daniela Orozco
    Daniela Orozco
  • 27 jun
  • 1 Min. de lectura

El Señor continuó hablando el mensaje de juicio a todas las naciones por medio de Jeremías y a lo largo de los siguientes capítulos leemos las advertencias y juicios, que culminaron en la destrucción de Jerusalén.


Jeremías fue un siervo fiel de Dios y demostró que tenía fe en Su palabra, pues seguía anunciado el mensaje que recibía, incluso si eso lo aislaba del resto de la sociedad y si lo ponía en peligro, tenía tanta fe tenía que incluso compró un campo en Jerusalén, creyendo que el pueblo volvería del exilio. Dios es realmente bueno y no deja que el juicio sea la palabra final, sino que sigue dando esperanza a un pueblo idolatra, que no tuvo más remedio que vivir el exilio para volver su corazón a Él.


El libro del profeta Jeremías termina con el relato de la conquista de Jerusalén y la destrucción del Templo, un momento amargo en la historia de Israel, pero un momento que también confirma la veracidad de las profecías de Jeremías, y si el juicio fue real, seguramente también lo son las promesas de restauración y esperanza. Dios está comprometido con Su pueblo, Su pacto es inquebrantable y Él mismo se encarga de moldearnos para que cumplamos el llamado que nos ha dado.


Lectura Bíblica:

Jeremías 32

Jeremías 52

 
 
 
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