No confíen en nadie,
¡ni en su mejor amigo, ni siquiera en su esposa!
Pues el hijo desprecia a su padre.
La hija se rebela contra su madre.
La nuera reta a su suegra.
¡Sus enemigos están dentro de su propia casa!
Miqueas 7:5-6 (NTV).
Una jovencita que amo me dijo que odiaba la Navidad. Y no es para nada la única persona que aborrece la Navidad. La razón por la cual una enorme cantidad de personas odian la Navidad es porque representa conflicto en la familia. Estoy hablando del lado menos atractivo de la Navidad, el que no sale en las tarjetas navideñas que uno solía enviar físicamente y que hoy mandamos digitalmente.
Antes de que Jesús enlistara Miqueas 7:5-6 para su causa, ya significaba la maldición de la desunión familiar. Una desunión causada por el conflicto de intereses y la negativa a hacer los sacrificios necesarios para llevarnos bien. En Jesús, adquirió un significado adicional la desunión que sucede cuando algunos miembros de una familia se convierten a Cristo y los demás los rechazan por ello. Por esta clase de desunión no podemos hacer mucho, pues no vamos a renunciar a nuestra fe para agradar a la familia. Podemos, y debemos, darles un testimonio de amor, pero, aún así muchas veces el rechazo continuará. Pero en cuanto a la primera clase desunión, el significado original que tenía la cita, hay mucho que podemos hacer. Sólo que es muy costoso.
De hecho, alguien tiene que morir. No literalmente, pero sí morir a sus intereses y morir a esa deliciosa satisfacción que da el reportar a otros lo que nos han hecho y el vengarnos de los agravios. ¡Y que me dices del deleite de demostrar que tenemos la razón! Renunciar a estos “placeres” a los cuales sentimos que tenemos derecho es experimentar una “muerte.” Nuestro Señor Jesucristo nos enseñó a renunciar a nuestra conveniencia e intereses propios, y con ello nos enseñó a amar como él ama. Morir con Cristo siempre significa vivir con Cristo. Nuestra carne muere pero nuestro espíritu es vivificado y adquiere poder en nuestras vidas.
En esta Navidad, hagamos un esfuerzo intencional en el Espíritu, estando dispuestos a morir a nuestra carne, para mostrar el amor de Jesús a nuestros familiares. Lo mejor que nos puede pasar en esta temporada en llegar a aparecernos un poco más aquel que es la primera Navidad vino a dar su vida por amor a nosotros.
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