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¡No Temas!

Foto del escritor: Gabriel MiyarGabriel Miyar

—¡No tengas miedo, Zacarías! Dios ha oído tu oración…

—No tengas miedo, María—le dijo el ángel.

Lucas 1:13, 30


Casi todas las veces que aparece un ángel en la Biblia las primeras palabras que pronuncia son: “¡No tengas miedo!” No nos sorprende. Cuando lo sobrenatural hace contacto con el planeta tierra, usualmente deja a los observadores humanos postrados sobre sus rostros, en temor catatónico. Pero Lucas nos dice que Dios hizo su aparición en la tierra en una forma que no asusta. En Jesús, nacido en un granero y acostado en un pesebre, Dios por fin encuentra la manera de acercarse a nosotros sin causarnos temor. ¿Qué puede ser menos atemorizante que un bebé recién nacido?


Imagínate, convertirte en un bebé de nuevo, renunciando al lenguaje, a la coordinación muscular y a la habilidad para comer alimentos sólidos y controlar tu vejiga. Eso nos da una idea de la clase de “vaciamiento” por el que Dios atravesó.


De acuerdo a la Biblia, en la tierra, Jesús es a la vez Dios y hombre. Como Dios puede hacer milagros, perdonar pecados, conquistar la muerte, y predecir el futuro. Jesús hace todo eso, provocando que la gente a su alrededor se asombre grandemente. Pero para los judíos, acostumbrados a las imágenes de Dios como un resplandeciente pilar de nube o fuego Jesús también es causa de mucha confusión. ¿Cómo puede un bebé en Belén, el hijo de un carpintero, un hombre de Nazaret, ser el mesías de Dios? La piel de Jesús se interpone entre ellos y su mesías.


Los incrédulos acosarán a Jesús a lo largo de su ministerio. Pero Lucas 2 muestra que Dios confirma la identidad de Jesús desde los primeros días. Un número de pastores en el campo no tienen dudas —ellos escuchan el mensaje de las buenas noticias directo de la boca de un coro de ángeles. Y un viejo profeta y una profetiza lo reconocen también. Aún los escépticos maestros en el templo se sorprenden.


¿Por qué se vacía Dios y toma forma humana? La Biblia nos da muchas razones, algunas de ellas densamente teológicas y otras bastante prácticas. La escena de Jesús como adolescente aleccionando a los rabinos en el templo nos da un indicio. Por primera vez, la gente ordinaria puede sostener una conversación, un debate, con Dios en forma visible. Jesús puede hablar con cualquiera —sus padres, un rabino, una pobre viuda— sin primero, tener que anunciar: “¡No temas!” En Jesús Dios se hace cercano.


«Señor, gracias por acercarte a nosotros y hacerte totalmente accesible. Ahora entiendo un poco mejor lo que te costó. Te ruego que me enseñes a aprovechar esa cercanía, enriquece mi relación contigo. Amén.»

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