Y nadie podía comprar ni vender nada sin tener esa marca, que era el nombre de la bestia o bien el número que representa su nombre. Apocalipsis 13:17 (NVI)
En estos días hemos estado reflexionando acerca del dinero y de cómo lo utilizamos y pensé en este versículo porque me parece que lo hemos malinterpretado muchas veces y ya no aprendemos de él. Así que aprovecho para resaltar que el libro de Apocalipsis es mucho más que un libro lleno de mensajes secretos acerca del fin del mundo. Es mucho más que un libro que nos da miedo; más bien es un libro de esperanza, pues no recuerda que no importa lo horrible que esté todo a nuestro alrededor, Jesús va a regresar a Reinar eternamente.
Este pasaje fue escrito en un contexto donde se mostraba que la bestia tenía dominio sobre la economía mundial, así que este sistema mundano determinaba qué comprar y qué vender y quiénes podían participar. La advertencia del apóstol Juan es que los creyentes debían tener cuidado para no corromperse con este sistema que claramente no proviene de Dios.
Si somos honestos, la verdad es que nuestro sistema no está tan lejos de esta visión profética, así que también debemos cuidar nuestro corazón para no amoldarlo a este sistema en el que vivimos. Un sistema donde absolutamente todo se puede vender y comprar, incluso gente (llegando al extremo del tráfico de personas). Por eso, necesitamos poner atención, para no terminar vendiendo nuestra integridad, nuestra fe, nuestros valores cristianos, sólo para obtener algo más de ganancias.
Yo sé que el dinero es necesario, pero no es Dios. El dinero no tiene el poder de hacernos plenos. Una vida plena solo la podemos encontrar en Cristo. Así que necesitamos ser conscientes de cómo está nuestro corazón, pues la manera en que el dinero afecta nuestras emociones puede ser un indicador de qué tan importante es para nosotros. Por ejemplo, ¿cómo te sientes cuando no tienes dinero y cómo te sientes cuando tienes mucho?
Si tú reconoces que parte de tu corazón está comprometido con el dinero o con el sistema de este mundo que nos enseña que nuestra única razón de existir es ser productivos, no te sientas condenado, más bien acércate a Dios a pedir perdón y pídele que Su Espíritu te libere y te transforme. «Señor, perdónanos por vendernos en algunas ocasiones, ayúdanos para ser fieles a Ti más que a cualquier otra cosa y por favor déjanos ver cómo podemos colaborar contigo para crear un mundo más justo. Amén.»
Amén 🙏🏻
Amen!