¡Por favor, Señor, por favor!
¿No ves lo enfermo que me encuentro?
No dejo de temblar; Apenas puedo respirar.
¿Hasta cuándo, Señor?
¡Por favor, detente!
Salmo 6:2-3 (“Praise: A Translation from the Hebrew of the Book of Psalms”, Timothy L. Wilt).
Este tema de ser formados por las manos del Alfarero es muy pertinente a mi vida en esta etapa. Bueno, siempre ha sido pertinente. Al igual que tú, no ha habido ninguna temporada en mi vida cristiana en la que no haya estado yo siendo “procesado” por Dios. Dios comenzó a transformar mi vida desde el principio. En la parte visible de la que me puedo dar cuenta (sin contar aquellas cosas profundas que Dios ha transformado sin que yo me dé cuenta), Dios comenzó a trabajar en mi con mucha energía desde el principio (y además, no sólo desde mi conversión, sino desde antes de nacer).
Una de las primeras cosas que hizo fue transformar mi lenguaje. Me quitó las palabrotas. Cómo muchos ustedes, yo era malhablado. No era de los más malhablados que hay (2 palabrotas por cada 10), pero era malhablado. Con el paso de los años, me quitó varios hábitos autodestructivos. Me quitó el cigarro, el morderme las uñas, y muchas otras cosas más sutiles. Ha trabajado en varias áreas de mi carácter, reduciendo la impaciencia, la tendencia al desorden, a la frustración, la tendencia a darme por vencido demasiado pronto. Cosas así. Y sigue trabajando con mi carácter. Cosas más arraigadas han tomado más tiempo. La ansiedad y la preocupación, por ejemplo. Me ha hecho más dispuesto a reconocer mis errores y a pedir perdón, más amoroso. Más disciplinado y con más capacidad de trabajo sostenido.
Ahora, en la etapa en que me encuentro, en la Recta Final (los últimos 20 o 25 años de vida), hay algo de bagage que se ha acumulado de las vueltas anteriores alrededor de la pista de la vida. Por eso, es mejor no resistir a Dios, es mejor cooperar con él y permitirle que trate a tiempo con aquellas áreas que necesitan ser transformadas. Eso hace que no batallemos tanto después. Por eso, te animo a que trabajes en los temas que Dios está tratando contigo y no pongas resistencia. No dejes que se acumulen.
Una de las ventajas de hallarme en esta etapa de mi vida, por otro lado, es que me doy cuenta de la increíble bendición de ser tratados y procesados por Dios. Por eso, no me canso de decirle:
«Señor, no te detengas, aunque me escuches quejarme como el salmista. Sigue transformándome. No importa que duela. Quiero que me transformes a la imagen de tu Hijo Jesús y cumplas así tus planes y propósitos en mi vida. Amén.»
De verdad, me inspiran tus palabras Pastor Gabriel, yo sé que es por medio de Díos y el espíritu Santo, que está trabajando en mi. Yo también lucho con muchos pecados o costumbres, que los traigo arraigados desde mi juventud, por eso quiero seguir el camino de Díos pero hoy me he dado cuenta que con mis fuerzas y con mi ser no puedo de hoy en adelante decido, seguir tu camino mi Señor Jesús, pero desde el acortamiento de tu carretera o tu camino para no estorbar, los planes que tienes en mi vida, sabiendo, que tú quieres lo mejor para mí. En el nombre precioso de Cristo Jesús, amén amén y amén
El asombroso ejemplo de los mártires cristianos no era solo la esperanza de una vida futura llena de felicidad, sino la felicidad de vivir en un estado de gracia aún en medio del sufrimiento.
Tim Keller
Gracias Pastor
Transformamos a tú voluntad padre 🙏🏼