No Somos Dueños de Nadie
- Daniela Orozco

- hace 4 días
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Cuiden ustedes de las personas que Dios dejó a su cargo, pues ellas pertenecen a Dios. Cuídenlas, como cuida el pastor a sus ovejas. Háganlo por el gusto de servir, que es lo que a Dios le agrada, y no por obligación ni para ganar dinero. 3 No traten a los que Dios les encargó como si ustedes fueran sus amos; más bien, procuren ser un ejemplo para ellos. 4 Así, cuando regrese Cristo, que es el Pastor principal, ustedes recibirán un maravilloso premio que durará para siempre. 1 Pedro 5:2-4 (TLA)
Este pasaje nos da un recordatorio muy importante para ejercer un liderazgo de acuerdo con los principios bíblicos: las personas bajo nuestro liderazgo le pertenecen a Dios. En cualquier área donde tengamos influencia, no somos dueños de nadie y Dios mismo nos va a pedir cuentas respecto a cómo cuidamos a las personas que Él puso bajo nuestro liderazgo.
Esta verdad puede ser abrumadora, pero en esto también descansamos en la gracia de Dios y en la dirección del Espíritu, pues si estamos dispuestos a escucharlo y obedecerlo, Él nos va a dirigir para que nosotros seamos buenos líderes. De hecho, considero que el mejor ejemplo que podemos mostrar a cualquier persona que lideremos es cómo buscar a Dios, con todo y nuestros errores, para que ellos aprendan a vivir con una búsqueda honesta de la dirección de Dios.
Esto aplica mucho en la familia, ese lugar donde ejercemos nuestro liderazgo todos los días y de la manera más profunda. Ahí es donde tenemos la máxima responsabilidad de ser conscientes de lo formativo que es nuestro ejemplo, mucho más que nuestros sermones. También es ahí donde necesitamos recordar que somos llamados a servir y no a buscar que los demás nos sirvan a nosotros.
Honestamente, enfocarnos en servir, en el beneficio de los demás, en ser un buen ejemplo, en hacerlo con gusto todos los días en nuestra familia, puede ser algo muy agotador. Por eso es bueno recordar la promesa de Dios acerca de un premio futuro para aquellos que sean buenos líderes. Dios ve nuestro esfuerzo, diligencia, constancia y empeño en dirigir bien a las personas que le pertenecen a Él, así que podemos cobrar ánimo y seguir siendo buenos servidores de Dios a través de servir a aquellos bajo nuestro liderazgo.
«Señor, ayúdanos a cuidar bien a cada persona que has puesto bajo nuestro liderazgo para entregarte buenas cuentas el día que regreses. Amén.»

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