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No Dejes que Roben tu Fruto

Foto del escritor: Gabriel MiyarGabriel Miyar

—A ustedes se les permite entender los secretos del reino del cielo—les contestó—, pero a otros no. A los que escuchan mis enseñanzas se les dará más comprensión, y tendrán conocimiento en abundancia; pero a los que no escuchan se les quitará aun lo poco que entiendan. Por eso uso estas parábolas. Mateo 13:11-13


Este mes de marzo estaremos predicando algunas parábolas de Jesús. Estaremos mencionando algunas características de las parábolas que nos ayudarán a entender mejor este tipo de enseñanza que usaba Jesús de una manera genial. Pero sobre todo, estaremos dirigiendo el impacto del mensaje de las parábolas a nuestros corazones con la ayuda del Espíritu Santo. Las parábolas las diseñó Jesús para atravesar los mecanismos de defensa con los que protegemos nuestro ego y llegar a nuestro corazón para transformarlo y vivir la vida abundante en el Reino de Dios.


La linea que seguí con La Parábola del Sembrador el día de ayer fue la de llevar todo hacia el punto en el que los que no han recibido el mensaje del reino, el mensaje de salvación, lo reciban. Y que los que ya conocen a Cristo reflexionen si acaso pudieran estar pareciéndose a alguna de las tierras que no recibieron la semilla o la ahogaron.


Al decir esto, no les estoy quitando su salvación. Una persona puede haber recibido la semilla y puede haber comenzado a dar fruto, pero después puede endurecer su corazón y empezar a rechazar, no el mensaje de salvación, pero ciertos principios del Reino. Otra persona puede haber recibido el mensaje del reino y luego por la presión de la familia o de sus compañeros empezar a flaquear. Igualmente, alguien más puede haber recibido el mensaje del reino y ser salvo, y luego permitir que las preocupaciones de esta vida le distraigan de profundizar más en su fe. Todo esto produce inconstancia.


Si tú eres un creyente sincero, todas estas cosas no te pueden robar tu salvación, pero pueden hacer que tu fruto disminuya o desaparezca por completo, te pueden robar los “galardones” en el cielo. Lo cual, como quiera que lo veas, es trágico.


Si tú sospechas que puedes estar cayendo en alguna de estas tres conductas, el Señor te dice: “Vuélvete a mí y haz las obras que hacías al principio” (Apoc. 2:5).


«Señor, examina mi corazón y ve si hay terreno duro en él; escudríñame y ve si estoy dejando que las preocupaciones legítimas de esta vida, o la ambición ilegítima están ahogando lo que tú has sembrado en mi corazón. Señor, analízame y ve si por la presión y el estrés, o por la oposición de los que no te conocen, me estoy apartando de buscarte y vivir al máximo de tus propósitos para mí. Te lo pido en el nombre de Cristo Jesús, amén.»

 
 
 

1 Comment


Alex Sandoval
Alex Sandoval
Mar 03

Amen.Que bueno es Dios.

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