Mutuamente
- Daniela Orozco

- 23 oct
- 2 Min. de lectura
17 “En los últimos días—dice Dios—,
derramaré mi Espíritu sobre toda la gente.
Sus hijos e hijas profetizarán.
Sus jóvenes tendrán visiones,
y sus ancianos tendrán sueños.
18 En esos días derramaré mi Espíritu
aun sobre mis siervos—hombres y mujeres por igual—
y profetizarán. Hechos 2:17-18
Uno de los fundamentos más importantes para hablar del liderazgo de la mujer es la llenura del Espíritu Santo. Como leemos en este pasaje, el Espíritu de Dios fue derramado en hombres y mujeres por igual. Entonces, tanto hombres como mujeres tenemos dones espirituales que el Espíritu repartió según Su buena voluntad. Es decir, nadie merece un don ni lo obtiene, sino que lo recibe de gracia.
Este fundamento es importante cuando hablamos de la edificación de la Iglesia, pues la Biblia nos enseña en diferentes pasajes que cada uno de nosotros tienes dones específicos que le dan la posibilidad de contribuir a la sana edificación de la Iglesia. Además, creemos que cada don es necesario, de manera que nadie es más importante que otro, todos somos necesarios y tenemos un lugar.
Pienso que necesitamos comprender el concepto de la mutualidad. Hablando de la relación ideal entre hombres y mujeres, la mutualidad se refiere a una relación de interdependencia, colaboración y servicio mutuo, donde ambos se edifican y se honran como seres humanos creados a la imagen de Dios. Considero que este fue el diseño original de Dios.
Por eso, es muy importante reconocer que no se trata de pelear hombres contra mujeres o viceversa. Considero que más bien, esa ha sido la estrategia del enemigo para destruir el diseño creado por Dios, pues tanto hombres como mujeres perdemos si estamos peleando entre nosotros.
Por ejemplo, el machismo no solo afecta a las mujeres limitándolas de desarrollar sus dones y talentos. También afecta a los hombres dándoles un ideal incorrecto de cómo vivir su masculinidad, menospreciando sus emociones y dándoles una carga que no deberían llevar.
Como iglesia, necesitamos esforzarnos en fomentar la mutualidad y en enseñar a las nuevas generaciones el poder que hay en esto, pues es muy fuerte el empuje del contexto social que nos lleva a un feminismo extremo que sale de lo bíblico.
«Señor, gracias porque Tu nos creaste con un modelo perfecto en el que hombres y mujeres tenemos le mismo valor delante de Ti. Ayúdanos a prender a colaborar juntos. Amén.»

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Amén, en oración por mi compañero de vida, hónrranlo para que salga adelante