<Versículo al Final>
¡Qué fascinante el relato de la viuda de Sarepta! ¡No cabe duda que la Palabra de Dios es impresionante! Si estuviste en alguno de nuestros campus este fin de semana habrás quedado, igual que yo, fascinado con el relato de la viuda. Es tan fascinante que quiero recordar algunos puntos importantes hoy. El relato se haya en 1 Reyes 17.
Dios pudo haber ordenado que una persona rica supliera las necesidades de Su profeta Elías. Dicha persona lo hubiera hecho con mucho gusto con tal de tener al profeta en casa, como suele suceder hoy en día con los creyentes pudientes y los profetas modernos. El domingo se puntualizó que Dios realmente ni siquiera necesitaba a una persona rica, él tenía sus urracas ladronas (referencia a la pieza musical de Rossini—es hermosa), pero él escogió a la viuda, como se indicó, para bendecirla.
Sólo que no quiso nada más bendecirla, así que necesitaba poner a prueba su corazón, a fin de que una vez que tuviera su corazón recto y sintonizado con Dios pudiera recibir la bendición. Porque era una bendición sumamente abundante (vasijas y vasijas y vasijas de aceite, como para empezar una empresa). Para recibir esta bendición, ella tenía que tener un corazón de fe que pusiera a Dios primero, a costa de su propia vida y la de su hijo. Si Dios no está primero en nuestras vidas, no podemos recibir la magnitud de la bendición que él quiere darnos.
¡Y qué ofensivo sonó el requerimiento de Dios cuando Elías le dijo la viuda que le preparara primero a él! (me imagino a los defensores de los derechos humanos armando un escándalo contra Dios). Pero, a mi esto me habla de cómo muchas cosas que Dios pide de nosotros son ofensivas, especialmente cuando se trata de cosas a las cuales nos aferramos tenazmente como el dinero, nuestros “derechos,” y la vida misma.
Además, este relato comprueba que no tenemos ninguna excusa ingunao de nosotros para escatimarle a Dios nuestros diezmos y ofrendas porque estamos en una situación económica apretada. Esta narrativa muestra que es precisamente cuando estamos en circunstancias de escasez cuando más tenemos que tener a Dios de nuestro lado. Y para esto Sus ojos recorrieron el medio Oriente hasta que encontró a la persona en mayor vulnerabilidad económica. De este modo, nadie podemos escaparnos.
Como dijo Valentín en Norte:
«Mis pensamientos no se parecen en nada a sus pensamientos—dice el Señor—. Y mis caminos están muy por encima de lo que pudieran imaginarse. Pues así como los cielos están más altos que la tierra, así mis caminos están más altos que sus caminos y mis pensamientos, más altos que sus pensamientos» (Isaías 55:8-9).
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