Mi Punto de Anclaje
- Gabriel Miyar
- 16 abr
- 2 Min. de lectura
En cuanto a mí, que nunca me jacte de otra cosa que no sea la cruz de nuestro Señor Jesucristo. Gálatas 6:14a
Siempre he considerado la cruz como un landmark, como un lugar prominente y destacado que puedo ver desde cualquier punto del mapa, es mi punto de anclaje "geográfico" al que vuelvo cada vez que pierdo el rumbo.
Cuándo por alguna causa, normalmente derivada de mi terquedad y rebelión, me alejo de Dios, cuando se me olvida el gozo que normalmente tengo de vivir en Jesús, siempre vuelvo a la cruz. Allí recuerdo el sacrificio indescriptible de Jesús por mí; medito en su gran amor, y también en el enorme poder que se refleja en ese acto de borrón-sin-cuenta-nueva.
Allí, al pie de la cruz, en una combinación de realidad espiritual/ejercicio de imaginación creativa, la frialdad que me llevó a errar el camino y desviarme, se derrite bajo el amor de Jesús y produce el fruto del arrepentimiento. Allí, al pie de la cruz, puedo iniciar una nueva etapa, renunciando a mis actitudes y acciones pecaminosas. Allí, al pie de la cruz, participó de la maravilla de volver a empezar y arrancar una etapa nueva y fresca, limpio, reorientado y motivado para continuar siguiendo a Jesús en esta vida complicada. Sí, la cruz es absolutamente mi landmark que siempre me regresa al camino recto —¡que alivio!
Pero, la cruz no sólo causa un “reinicio de mi sistema,” me reorienta a las verdaderas realidades de la vida (valga la redundancia). La cita de Gálatas 6:14 continúa:
Debido a esa cruz, mi interés por este mundo fue crucificado y el interés del mundo por mí también ha muerto.
La cruz me separa del mundo, pues me abre los ojos a la profunda vanidad de las cosas del mundo, aún las más atractivas. La cruz me revela que el mundo es una ilusión sin sustancia, engañoso, pasajero y muy peligroso, y que nunca puede realmente satisfacer el hambre y los anhelos de mi alma, de mi mente y de mi espíritu.
La cruz, que es la marca que llevo en lo más profundo de mi identidad, hace que el mundo deje de interesarse por mí. Nadie quiere saber de ese hombre que dejó su carrera prometedora en el mundo para perseguir un idealismo quijotesco. Mi cruz, no sólo hace que yo pierda el interés por el mundo, sino que hace que el mundo pierda todo interés en mí. Somos irrelevantes el uno para el otro —¡que felicidad!
«Señor Jesús, gracias, porque una y otra vez puedo regresar a la cruz y cerrar un ciclo de fallas, errores y pecado y empezar una nueva etapa fresca. Muchas gracias por cada nueva oportunidad que me brindas. Que tu cruz me mantenga ajeno al mundo y entusiasmado por ti. Amén.»
Si, gracias por dejarme regresar a esa cruz tan bella y horrible a la vez, gracias porque aunque rendida soy cada vez más fuerte, gracias a tu cruz hermoso Señor.......