He guardado tu palabra en mi corazón, para no pecar contra ti. Salmo 119:11
Este versículo es el texto clave que usamos para describir el cuarto método mediante el cual hacemos a la Biblia parte de nuestras vidas, la memorización de citas clave.
La idea del salmista en el Salmo 119:11 era la de “almacenar” la Palabra de Dios en su corazón, haciendo un ahorro espiritual para las tentaciones del futuro. Pero, la Palabra de Dios almacenada en el corazón no solamente es para “no pecar contra” Dios, también nos permite crecer en cada área de nuestra vida dedicada a Dios y para desarrollar el carácter que hace de nuestras vidas algo agradable a él.
En mi caso, con la edad cada vez me cuesta más trabajo memorizar, y no me voy a rendir de seguir haciéndolo, pero le doy gracias a Dios que tengo guardados en mi memoria un buen número de versículos y textos que me han ayudado en mi caminar con Dios a lo largo de los años. Casi todos están en Reina Valera 1960, que era la versión que usé en mi juventud.
El quinto y último método por el cual integramos la Palabra de Dios a nuestras vidas es la meditación. La palabra meditar en el Antiguo Testamento literalmente describe un murmullo que hacemos en voz bajita al ir leyendo, como cuando leen los niños. Es como hablar con uno mismo. Cuándo meditamos en las Escrituras hablamos con nosotros mismos, dándole vueltas en nuestra mente al significado, las implicaciones, y la aplicación a nuestras propias vidas de lo que leemos.
El Salmo 119:11 también aplica a la meditación de las Escrituras pues se trata de guardar un concepto bíblico en nuestro corazón para pensar en él y contemplarlo a lo largo del día. Si tuviéramos que seleccionar un capítulo de la Biblia que describe el latido vital de la persona dedicada a Dios en relación a la Biblia que siempre tiene a su lado sería este salmo 119. En la totalidad de sus 176 versículos, exceptuando solamente dos, el autor relaciona su vida a la Palabra de Dios y al Dios que se halla detrás de ella. Todo el tiempo está hablando de Tus leyes, Tus estatutos, Tus deseos, Tus preceptos, etc.
Caminar con Dios implica tener una comunión íntima con Dios. Su Palabra es absolutamente necesaria y central a nuestra comunión con él. Agradar a Dios requiere conocer su voluntad —cómo quiere que vivamos y lo que quiere que hagamos. Su Palabra es el medio principal por el cual él nos comunica esa voluntad. Es imposible edificar una vida dedicada a Dios sin hacer nuestra su Palabra de una manera fiel y constante.
«Señor, ayúdame a entender de una vez por todas que jamás creceré espiritualmente si no me dedico de corazón a escuchar, leer, estudiar, memorizar y meditar tu Palabra. Lléname de tu Santo Espíritu para vivir tu voluntad expresada allí. En el nombre de tu amado Hijo Jesús, amén.»
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