Timoteo, es bueno que sepas que, en los últimos días, habrá tiempos muy difíciles. Pues la gente solo tendrá amor por sí misma y por su dinero. Serán fanfarrones y orgullosos, se burlarán de Dios, serán desobedientes a sus padres y malagradecidos. No considerarán nada sagrado. 2 Tim. 3.1-2
Un día a la semana comemos con Daniel y Sarahí y nuestras dos maravillosas nietas, Julieta y Ximena. Es uno de los highlights (momentos destacados) de nuestra semana. Nos fascina pasar dos o tres horas con ellas. Yessi siempre se prepara con alguna actividad manual creativa para llevarlo a cabo con Julieta. Con Ximena se trata mayormente de andar atrás de ella mientras gatea por la casa y, a sus 11 meses, mientras se agarra de cualquier mueble que se preste para levantarse y hacer sonidos. También le fascina tomarse del pianito que le regalamos a Julieta y levantarse para tocar. Sólo golpea las teclas y saca sonidos discordantes.
Nuestros dos angelitos estuvieron enfermitas la semana pasada y no pudimos verlas, así que ayer las vimos después de 15 días. Y nos encontramos con la increíble noticia de qué Julieta, a sus 4 años, 5 meses, ya empezó a leer y escribir. Sí, literal, ¡ya lee y escribe! Despacito, pero ya lo hace. La última vez que la vimos no nos dimos cuenta de cuánto estaba avanzando. Sí, escribía su nombre y el de sus papitos y otras palabras, pero, hasta allí.
Ayer la escuchamos, fascinados, leer, tentativamente, varias frases. Yo le escribí en mi cuaderno: “Te amo Princesa” y lo leyó: “Te… a… mo... prin… ke… sa” “Ah!” —corrigió— “¡princesa!” Luego le pedí que escribiera: “Te amo Belo” (Ese soy yo). Leer y escribir, la gran frontera a un vasto universo. ¡Si me hubieran avisado, habría llegado con un pastel! Aquí entre nos, no me sorprende tanto porque Julieta siempre ha sido muy elocuente para platicar y cuenta unas historias que parece que es un adulto. De hecho hace como un mes le dije, tú vas a ser escritora. Ximena no está con la música ni de chiste al nivel de Julieta con la “literatura,” pero… un día.
Con frecuencia pienso que no sé cuántos años más voy a vivir en esta tierra, pero mis nietas, con el favor de Dios, vivirán muchos años más. ¿En qué clase de mundo van a vivir? ¿En qué clase de país, si permanecen en México, vivirán?
Créeme, si no oro por mi país en este tiempo por mi, lo hago por mis dos princesas. Lo poco que pude escuchar del debate electoral, todos los candidatos, en medio de sus grandes desacuerdos, parecían estar de acuerdo en algo, “no consideran nada sagrado,” en el sentido en que nosotros lo hacemos, como principios absolutos dictados por Dios (no quiero decir que el resto de 2 Timoteo 3:1-2 los describa, ese no es mi tema). Esto va a hacer un poquito más difícil decidir mi voto. Pero, de que voy a votar, con el favor de Dios, lo haré. Es demasiado importante para no ser parte de ello.
Te animo, a que ahora tomes unos minutos para orar por México en este tiempo de elecciones.
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