La Voz de Ella
- Yessi Michel
- 21 oct
- 3 Min. de lectura
"Sin embargo, en el Señor, ni la mujer es independiente del hombre, ni el hombre es independiente de la mujer; porque así como la mujer procede del hombre, también el hombre nace de la mujer; y todo procede de Dios". 1 Corintios 11:11-12
Todo proviene de Dios, y Dios usa para sus planes tanto a hombres como a mujeres, ciertamente con diferentes roles y responsabilidades, pero ambos están en el plan de Dios como un equipo unido.
Porque las mujeres tenemos mucho que aportar y apoyar a la vida familiar, laboral y ministerial. Solo necesitamos ser tomadas en cuenta en cada una de estas areas, algo que hoy día en algunos lugares como Palabra de Vida esta sucediendo. Esto es evidencia de un cambio que nos hace ser ese equipo, hombres y mujeres, retomando el plan original de Dios.
Porque el plan original de Dios, era que el hombre y la mujer fueran compañeros y colaboraran como un equipo, con igual dignidad, pero con diferentes roles con el hombre liderando en amor y sabiduría a la mujer y la mujer aportando sus fortalezas a la pareja. En el libro del Génesis, se establece que tanto el hombre como la mujer fueron creados a imagen de Dios. Esto significa que ambos comparten la misma dignidad y valor ante Dios, sin que uno sea superior al otro. El que el hombre tenga el liderazgo final no implica superioridad.
Dios bendijo a ambos, para que "fructificaran y se multiplicaran", y que tuvieran "dominio" sobre la tierra. Esta tarea de gobernar y cuidar la creación fue dada a ambos por igual, implicando una colaboración cercana. Porque Dios creó a la mujer al ver que "no era bueno que el hombre estuviera solo", estableciéndola como una "ayuda idónea". Ayuda, no implica inferioridad sino una compañera que lo complementa y apoya de manera adecuada y digna.
Fue La Caída lo que pervirtió el liderazgo del hombre y lo convirtió en un dominio de imposición y devaluación. Después de que Adán y Eva desobedecieron a Dios la relación de igualdad y complementaridad se distorsionó.
Pero con la llegada de Jesucristo se restablece el plan original de Dios. El apóstol Pablo enseña que "no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay hombre ni mujer; porque todos son uno en Cristo Jesús", restaurando la igualdad de valor ante Dios, no la igualdad de roles, sino de valor.
Dios restablece ese plan original para que se complementen hombres y mujeres en unidad y así logren juntos el propósito de Dios, restaurando el liderazgo benévolo, amoroso y considerado del hombre. Por eso Pedro dice: De la misma manera, ustedes maridos, tienen que honrar a sus esposas. Cada uno viva con su esposa y trátela con entendimiento. Ella podrá ser más débil, pero participa por igual del regalo de la nueva vida que Dios les ha dado. Trátenla como es debido, para que nada estorbe las oraciones de ustedes (1 Pe. 3:7). Bien pudo haber escrito: “Lideren como es debido, para que nada estorbe las oraciones de ustedes.”
La mujer, por su parte: "ustedes esposas, tienen que aceptar la autoridad de sus esposos. Entonces, aun cuando alguno de ellos se niegue a obedecer la Buena Noticia, la vida recta de ustedes les hablará sin palabras. Ellos serán ganados al observar la vida pura y la conducta respetuosa de ustedes." (1 Pe. 3:1-2). Así se restablece el plan original de Dios.
«Señor, ayúdanos a trabajar juntos aportando cada uno lo mejor de sus dones y talentos y sirviéndote con armonía y alegría. Amén.»

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Amén !! Bendiciones
Amen!