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La voluntad de Dios

  • Foto del escritor: Daniela Orozco
    Daniela Orozco
  • 6 oct
  • 2 Min. de lectura

Y con muchas otras palabras exhortaba Juan a la gente y le anunciaba las buenas noticias. 19 Pero, cuando reprendió al tetrarca Herodes por el asunto de su cuñada Herodías, y por todas las otras maldades que había cometido, 20 Herodes llegó hasta el colmo de encerrar a Juan en la cárcel. Lucas 3:18-20 (NVI)


Este pasaje está hablando de Juan el que bautizaba, aquel que había recibido la importante misión de abrir el camino para Jesús. En Lucas 1 podemos leer que Juan fue lleno del Espíritu Santo desde que estaba en el vientre de su mamá, incluso pudo reconocer a Jesús como el Mesías desde ese momento ¡Qué impresionante! ¿Tú recuerdas ese momento cuando reconociste genuinamente que Jesús es el Salvador?


Juan tuvo el privilegio de bautizar a Jesús, si continúas leyendo Lucas 3, podrás darte cuenta de que él sabía que no era digno de ese privilegio, pero era necesario para que se cumplieran todas las profecías acerca de Jesús, así que él estuvo dispuesto a bautizar a Jesús humildemente. Además, Jesús mismo dijo que no hay ningún profeta más grande que Juan el bautista y demostró estar orgulloso de su labor.


Sin embargo, Juan tuvo que enfrentar serias dificultades para cumplir el llamado que Dios le dio. Esto me parece relevante porque nosotros podemos caer en la trampa de pensar que si algo nos cuesta trabajo, nos desafía, nos incomoda o simplemente “las puertas no se abren”, entonces de seguro eso no es lo que Dios quiere para nosotros.


En mi propia experiencia he notado que hay cosas que Dios quiere para mí y simplemente llegan, pero también hay otras en las que tengo certeza que es parte de la voluntad de Dios para mí y yo tengo que esforzarme para conseguirlas. Eso mismo experimentó el pueblo de Dios cuando recibieron la promesa de la Tierra prometida, estaban seguros de que era una promesa de Dios y que era Su voluntad, pero de todas maneras tuvieron que pelear la batalla para conquistarla.


Si tu tienes certeza de alguna cosa que Dios te ha prometido y no has recibido, sigue peleando la batalla de la fe. Y si tu no tienes ninguna idea de la voluntad de Dios para tu vida, empieza la batalla en oración, buscando recibir una palabra de Dios para ti.


"Dios, que siempre busquemos Tu voluntad y que estemos dispuestos a hacer lo necesario para vivir en ella. Amén."   

 
 
 
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