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La Nube de Testigos

  • Foto del escritor: Gabriel Miyar
    Gabriel Miyar
  • 13 may
  • 2 Min. de lectura

El domingo yo decía en Patria que, con la partida de Marco Suárez a la presencia del señor, ya tenemos una pequeña nube de testigos de IPV en el cielo. Estaba pensando en Hebreos:


Por tanto, también nosotros que estamos rodeados de una nube tan grande de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Heb. 12:1


La nube de testigos a la que se refiere el autor son todas las personas en la fe que han partido a la presencia de Dios antes que nosotros, son todos los hombres y mujeres de Dios que mencionó el capítulo 11 (los héroes de la fe) y todas las personas que han muerto en la fe de Cristo desde entonces. Y dice el autor que son como testigos a favor de Dios o como un público de atletas que ya corrió la carrera y que desde las gradas ahora nos animan a nosotros a correr nuestra propia carrera cristiana lo más libres de estorbos, distracciones y pecado.


Yo les decía que ahora nosotros en Palabra de Vida tenemos nuestra propia nubecita con todos aquellos que han partido a la presencia del Señor encabezados por Marco Suárez, por Charly García, por Lety Márquez, por Alex Gutierrez y un gran número de hermanos y hermanas que hemos despedido en Palabra de Vida, incluyendo -¡y que difícil!- a algunos niños como Alexis Miyar.


Y les decía que todos estos testigos —hasta podríamos llamarles “porra celestial”, nos alientan, con su testimonio (por eso son testigos), como si nos gritaran desde las gradas: “¡Sirvan a Dios con entusiasmo y pasión!”


Nos dicen: “Está bien que hagan duelo por nosotros y vivan el proceso de sanar tras muchas lágrimas, pero no se queden allí. ¡Si vieran cuán leve y momentáneo se ve el sufrimiento desde acá!” Nos dicen que hagamos como Jesús, “quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz” (Heb.12:2). Es decir, al correr su propia carrera puso su mirada más allá del sufrimiento presente de la cruz al fruto último de ese dolor, que fue nuestra salvación.


Así nosotros ahora necesitamos poner la mirada más allá del sufrimiento actual, y, reforzando el legado que todas estas personas nos han dejado, corramos nuestra propia carrera, libres de todo estorbo y distracción, y llenos del Espíritu Santo.


¿Cómo puedes tú hoy sentirte alentado por nuestra nubecita de testigos? ¿En qué forma, específicamente, puedes sentir ese aliento? ¿De qué lastre te puedes librar el día de hoy? (No siempre se trata de pecado, aunque frecuentemente sí). ¿Qué peso o distracción, vas a hacer a un lado hoy en el poder del Espíritu Santo?


«Espíritu Santo, me dirijo a ti hoy para que examines mi vida en este punto, para que me animes a correr lo más libre posible de estorbos y distracciones. Te pido que tú me des el poder para levantarme con ánimo y entusiasmo a correr el tramo de la carrera que me corresponde hoy.»

 
 
 

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