La Imagen y el Fruto
- Daniela Orozco
- 30 may
- 2 Min. de lectura
Y Dios creó al ser humano a su imagen; lo creó a imagen de Dios; hombre y mujer los creó. Genesis 1:27
No te hagas ninguna imagen, ni nada que guarde semejanza con lo que hay arriba en el cielo, ni con lo que hay abajo en la tierra, ni con lo que hay en las aguas debajo de la tierra. Éxodo 20:4
El relato de la creación nos deja ver que el propósito fundamental del ser humano es reflejar a Dios: fuimos creados para ser la imagen de Dios. Es muy interesante que el engaño de satanás no tenía sentido, pues Adán y Eva ya eran como Dios, no dioses, pero sí Su reflejo.
Además, creo que parte de la esencia del mandamiento de no hacer imágenes de Dios se relaciona con la realidad de que hombres y mujeres somos Su imagen, así que si alguien quisiera saber cómo es Dios, solo debería verse a sí mismo y a su prójimo.
Por supuesto, sabemos que las cosas no salieron bien, pues Adán y Eva decidieron creer el engaño de Satanás y tuvieron que enfrentar las consecuencias de su pecado. Sin embargo, Dios no les quitó el ser hechos a Su imagen, ni el propósito de reflejarlo, por el contrario, Él mismo puso en marcha un plan para cumplir este llamado y ahora podemos encontrar redención en Jesucristo, quien es la imagen viva del Dios invisible.
Ahora, cuando alguien quiere saber cómo es Dios Padre, solo tiene que ver a Jesús, quien siendo también 100% humano refleja a Dios plenamente, tal como debió haber sido desde el inicio.
Pienso que esta es una razón por la cual es tan importante que colaboremos con el Espíritu Santo, cultivando Su fruto en nuestras vidas, pues solo así vamos a cumplir el propósito original por el cual fuimos creados: ser imagen de Dios.
Solamente por el poder del Espíritu, que actúa en nosotros gracias a la obra de Jesús, podemos producir el fruto que refleja cómo es Dios y al ser transformados cada vez más a la imagen de Jesús. Es decir, el fruto del Espíritu se resume en dejar que Cristo crezca en nosotros.
¡Que enorme privilegio!
«Señor, gracias por crearnos a Tu imagen, ayúdanos para reflejarte cada vez mejor, que cuando otros nos vean, puedan ver Tu reflejo en nuestra manera de actuar. Amén.»
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