Hola querida familia, estoy escribiendo esta reflexión en la noche del domingo después de un día intenso y pleno. En la mañana le decía a mis pastores de campus: “¡Como nos alegra el corazón que sea domingo! Todas las actividades en la semana son una increíble bendición, pero... el domingo es la joya de la corona. Nuestra oración es que Dios se haga presente de una manera totalmente palpable en cada uno de nuestros campus.”
¡Y vaya que tuvimos una experiencia de la presencia de Dios en cada una de nuestras sedes! Tuve la oportunidad de platicar brevemente con hermanos que estuvieron en dos de ellas y me contaron como habían tenido servicios maravillosos. Como la gente en ambos lugares se entregó de lleno a la adoración y tuvo la oportunidad de interactuar, aunque fuera brevemente, con otros creyentes. Como gente que había llegado muy angustiada por alguna carga personal había recibido oración y había salido diferente. Como algunas personas que tenían una o dos veces de visitar la iglesia entregaron su vida Cristo. Y como la palabra predicada había tenido un impacto visible en los oyentes.
En IPV Norte, en el hotel, se dio lo mismo. Una buena asistencia, con gente nueva regresando a congregarse. Una adoración inspirada y sincera y una palabra impactante que nos llevó a una reflexión profunda y a tomar algunas decisiones prácticas como resultado de la misma. Su servidor, que ha escuchado sinfín de predicaciones, hoy se llevó tarea a casa para poner en práctica desde el día de hoy. ¿Qué más provechoso que esto?
Finalmente, en este campus tuvimos una convivencia. Comimos en una terraza de eventos y pudimos prolongar, en un ambiente hermoso, los breves momentos que tenemos para convivir al final del servicio cada domingo. Fue muy alegre y divertido.
Pero la cereza del pastel se dio durante el servicio, cuando Arturo mi hermano, en medio de la adoración, se volteó hacia mí y me dijo, “mira quién está atrás de ti” y al voltear veo a mis papás adorando a Dios. Mi papá, sentado en su silla móvil, tenía quizás dos años sin congregarse, especialmente después del infarto que casi se lo lleva a la presencia de Dios hace año y cuatro meses. Los rostros de ambos brillaban. Fue un momento muy conmovedor y no pude evitar que me vinieran las lágrimas ante la increíble bondad de Nuestro Señor.
No cabe duda, pensé, que el reunirnos los domingos es la joya de la semana. Mi oración es que cada miembro de IPV aprecie la increíble bendición que es congregarnos los domingos. Que sea una alta prioridad en la vida de cada uno de ellos. Esa es mi oración.
¿Cuál fue tu experiencia dominical? ¡Cuéntame!
BN P.Gabriel
¡Qué alegría que tus papás hayan podido reunirse alabar a nuestro Señor Jesús!
Seguramente, fue un deleite igualmente para ellos el poder estar reunidos con la familia espiritual y experimentar de manera colectiva la Presencia de nuestro Dios.