»¡Escucha, Israel! El Señor es nuestro Dios, solamente el Señor. Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas. Debes comprometerte con todo tu ser a cumplir cada uno de estos mandatos que hoy te entrego. Repíteselos a tus hijos una y otra vez. Habla de ellos en tus conversaciones cuando estés en tu casa y cuando vayas por el camino, cuando te acuestes y cuando te levantes. Átalos a tus manos y llévalos sobre la frente como un recordatorio. Escríbelos en los marcos de la entrada de tu casa y sobre las puertas de la ciudad. Deuteronomio 6:4-9 (NTV).
La Biblia ocupa un lugar central en la vida de un hogar cristiano. Cuando nuestra familia era parte de la religión tradicional en nuestro país, teníamos una Biblia enorme. Mi papá la había colocado abierta en un lugar prominente sobre el mueble del comedor donde se guardaban la vajilla y los cubiertos. Estaba allí a la vista todo el tiempo y nosotros a veces la hojeábamos para ver las ilustraciones que eran reproducciones de pinturas famosas con temas bíblicos. Recuerdo muy bien la imagen de David golpeando al gigante Goliat con una piedra. Estas ilustraciones eran fascinantes, pero jamás la leíamos. Era algo simbólico, tipo amuleto, como un crucifijo o la imagen de algún santo.
Cuando conocimos a Cristo y empezamos a asistir a una iglesia cristiana, supimos de la importancia de la Biblia y sentimos un escalofrío, sabiendo que por años habíamos tenido la Palabra de Dios frente a nosotros y realmente no nos habíamos alimentado de ella.
Recuerdo muy bien el día en que mi papá nos llevó a todos a una librería cristiana a comprar Biblias. Algunos de mis hermanos y yo habíamos ahorrado para poder comprar nuestra primera Biblia. Los más pequeños recibieron también su propia Biblia. Fue un momento muy especial. A partir de entonces cada uno tenía su propio ejemplar de la Biblia y desde entonces siempre ha estado a la mano. Nuestras primeras Biblias se desgastaron por el uso y algunas las regalamos a gente a la que le compartíamos de Cristo.
Si tienes la dicha de haber comenzado un hogar conociendo a Cristo, el momento en el que le das su primera Biblia a tus hijos pequeños es muy significativo. Consigue una Biblia para niños adecuada a su edad. Si tu familia conoció a Cristo después, con tus hijos ya jóvenes o adultos, haz del momento en que reciben su primera Biblia un momento muy especial. Pero sobretodo, léeselas o enséñalos a leerla diariamente.
Gracias por tus comentarios.
Cuando tenía 8-9 años mi papa me regalo una biblia para niños. Prácticamente era una hoja de lectura y una hoja llena de dibujos, yo me divertia muchisimo leyendo y analizando todas las ilustraciones. Desde ese entonces me empecé a alimentar de la palabra de Dios y fue después cuando mi papá me llevó por primera vez a IPV Kids, y yo era el más feliz! Desde esa primera vez que fui a IPV, se me hizo un hábito leer esta biblia de 10 a 15 min diarios.