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Intro a Hechos 13-19

  • Foto del escritor: Gabriel Miyar
    Gabriel Miyar
  • 16 ago
  • 2 Min. de lectura

Con el favor de Dios, el martes entramos en una nueva sección del Libro de los Hechos que estamos leyendo, un capítulo diariamente. Se trata de los capítulos 13 – 19. Les comparto una introducción.


La mayoría de la acción en Hechos capítulos 1 – 12 giraba en torno a Pedro, junto con otros personajes asociados con la iglesia localizada en Jerusalén. En hechos capítulos 13 – 28, Saulo (que comienza a ser conocido como “Pablo” a partir de 13:9), ocupa el escenario narrativo más que cualquier otro. Cuando Pedro estaba en el centro de los reflectores, la acción estaba confinada a una área relativamente limitada. El ministerio de Pablo, conducido, mayormente en asociación con otros discípulos, cubre mucho más territorio. Al ir añadiéndose los kilómetros, los lectores, observamos a Pablo navegar una amplia variedad de paisajes culturales.


Con excepción de un importante intermedio en Hechos 15, cuando la acción regresa momentáneamente a Jerusalén, Hechos, 13 – 19 describe a los representantes del evangelio viajando en áreas predominantemente habitadas por gentiles. Estos misioneros experimentan un amplio rango de las opciones culturales del imperio romano oriental, especialmente en algunas ciudades clave.


Sus exploraciones llaman la atención una y otra vez hacia lo que significa para el mensaje cristiano hacerse entendible en lenguajes y categorías que la gente puede captar. Hechos no presenta el evangelio de una manera uní-talla. Cada destino tiene su cultura particular, y dar testimonio de la salvación de Dios a la vez atrae y perturba a la gente a la luz de esas realidades culturales.


Repetidamente, vemos cuánto el evangelio perturba y rompe esquemas cambiando radicalmente la vida de las personas: cambia como la gente piensa acerca de Dios y el significado de la vida, pero también altera creencias centrales y prácticas conectadas a la identidad personal y cultural de la gente, su vida económica, sus lealtades políticas, su sabiduría ancestral heredada, y sus esperanzas para el futuro (piensa en cuanta gente te ha dicho: “¿Pero, cómmo voy a renunciar a lo que mis padres me enseñaron?”). En breve, Hechos nos lleva a concluir que las buenas noticias acerca de Jesucristo no dejan ningún aspecto de la persona intacta.


Todo esto nos ayuda a apreciar la complejidad implícita en la historia del avance del cristianismo, a lo largo y ancho, y más allá, del imperio romano. Nos anima a reflexionar en cómo escuchamos y le damos sentido a las intenciones de Dios a la luz de nuestras propias presuposiciónes y categorías que tenemos tan arraigadas. Esto es algo que podríamos hacer con un espíritu generoso y con creatividad, al considerar como este evangelio se ve desde la perspectiva de nuestro vecino.


Matthew L. Skinner

 
 
 
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