Estamos en este pasaje de Lucas 17:26-30 (NTV):
«Cuando el Hijo del Hombre regrese, será como en los días de Noé. En esos días, la gente disfrutaba de banquetes, fiestas y casamientos, hasta el momento en que Noé entró en su barco y llegó el diluvio y los destruyó a todos.
«El mundo será como en los días de Lot, cuando las personas se ocupaban de sus quehaceres diarios—comían y bebían, compraban y vendían, cultivaban y edificaban— hasta la mañana en que Lot salió de Sodoma. Entonces llovió del cielo fuego y azufre ardiente, y destruyó a todos. Sí, será “todo como siempre” hasta el día en que se manifieste el Hijo del Hombre.»
Cuando Jesús utiliza los ejemplos de Noé y de Lot no es por las actividades malignas que la gente estaba realizando en estos dos lugares —vamos, ni siquiera las menciona. No dice nada de la maldad e incredulidad de los congéneres de Noe. Tampoco menciona nada de las perversiones de los conciudadanos de Lot. Si Jesús hubiera enfatizado estas cosas, su público se hubiera desconectado, porque no era necesariamente su caso.
En cambio, lo que Jesús sí menciona es una serie de actividades totalmente lícitas y genuinas: Banquetes, fiestas y casamientos. Que son actividades totalmente válidas y placenteras. Comer, beber, comprar, vender, cultivar y edificar. Todas actividades perfectamente genuinas como parte de la vida cotidiana.
Y es que lo que Jesús quiere enfatizar en esta plática no es la maldad humana, sino lo repentino del juicio: «hasta el momento en que Noé entró en su barco y llegó el diluvio y los destruyó a todos.» «La mañana en que Lot salió de Sodoma... llovió del cielo fuego y azufre ardiente, y destruyó a todos.» Fue, como dijimos, algo “inescapable, sorpresivo y abrupto.”
No tenemos que ser como los congéneres de Noé o los habitantes de Sodoma y Gomorra para vernos afectados el día en que Cristo regrese. Simplemente recordemos que nuestras vidas van a ser juzgadas. Y aunque el juicio de los justos será muy diferente al de los injustos no por eso debemos vivir descuidadamente. Que en este contexto significa vivir totalmente absorbidos por lo cotidiano al grado de descuidarnos en nuestra conducta y descuidar los propósitos que Dios tiene para nosotros en Cristo.
El Espíritu Santo nos invita a vivir en medio de la cotidianidad de una manera que le dé gloria a Cristo.
Gracias por tus comentarios.
La cotidianidad uña veces es abrumadora, otras monótona y en otras tan cómoda que nos absorbe completamente emocional, física e intelectualmente. En mi caso, éste es un tema…es un desafío realmente darle la gloria a Cristo en el día a día, con la urgencia que se necesita para bendecir a las personas que nos rodean; reconozco que necesito la ayuda del Espíritu Santo para lograrlo. Gracias por este mensaje !!
En medio de lo cotidiano crece o decrece nuestra fe, al parecer en las grandes pruebas solo nos damos cuenta del tamaño de nuestra fe. gracias Pastor 🙏🏻