La siguiente es otra ilustración que usó Jesús: «El reino del cielo es como una semilla de mostaza sembrada en un campo. 32 Es la más pequeña de todas las semillas, pero se convierte en la planta más grande del huerto; crece hasta llegar a ser un árbol y vienen los pájaros y hacen nidos en las ramas». Mateo 13:31-32 (NTV)
Las parábolas de Jesús nos enseñan cosas del Reino de Dios de una manera sencilla, pues el Reino es algo sin precedentes e inimaginable, así que necesitamos compararlo con algo conocido para entender un poco mejor como es.
En este caso, Jesús enfatizó un elemento importante del Reino con la parábola de la semilla de mostaza: el Reino de Dios se caracteriza por la manera en que se expande. Aquí vemos la idea de una semilla pequeña, algo que parece insignificante, pero crece hasta convertirse en un árbol enorme.
La idea es que el Reino de Dios empieza como algo pequeño, algo que tal vez no se nota mucho, pero con el tiempo es imposible no verlo. Me gustaría poner un ejemplo de esto. Es como cuando una mujer entrega su vida a Cristo, al principio no parece haber ningún cambio, se ve insignificante que una simple mujer entregue su vida al Señor. Sin embargo, conforme pasa el tiempo, ella empieza a ser transformada. Cambia su comportamiento en su familia y entonces su esposo y sus hijos comienzan a notar los cambios y empieza a cambiar el ambiente en su familia, hasta que cada integrante entrega también su vida a Cristo. Ahora su familia es un refugio para los amigos de sus hijos que se la pasan en su casa porque ahí se sienten a gusto y perciben un ambiente atractivo. Entonces, alguno de ellos también entrega su vida a Cristo y comienza la transformación en su propia familia…
Así podemos ver que el Reino de los Cielos está diseñado para provocar algo más que una transformación personal en el interior del creyente. Claro que es el primer paso, pero esto debe avanzar para “contagiar” a todo nuestro alrededor. ¿Cómo impactas con tu fe tu entorno?
«Gracias Señor por salvarnos, por revelarnos el Reino de Dios y hacernos parte de Él, ayúdanos para dar el siguiente paso y convertirnos en agentes de transformación en el lugar donde Tú nos plantaste. Amén.»
Amen!