Lo más importante es que reconozcan a Dios como único rey, y que hagan lo que él les pide. Dios les dará a su tiempo todo lo que necesiten. Mateo 6:33 (TLA).
Esta es nuestra última semana de ayuno y oración como preparación para entrar, agudos y filosos en el Espíritu, en este año que estamos estrenando. Confío en que ha sido una experiencia positiva y reveladora para ti. Seguramente, como suele suceder en estos casos, estarás descubriendo cosas que te facilitan el ayuno o te lo complican. Te sugiero que todo ese aprendizaje lo guardes en tu corazón o incluso en un cuaderno de notas o dispositivo. Te hará la vida más fácil cada vez que el Espíritu Santo te guíe a ayunar. Porque sin duda te estarás dando cuenta de qué el ayuno realmente desintoxica tu organismo espiritual y agudiza todos tus sentidos, haciéndote más receptivo al Espíritu Santo.
Esta semana estamos hablando (ayunando) de darle a Dios lo primero y lo mejor de nuestras vidas. Yo había planeado una reflexión para el día de hoy con bastante tiempo de anticipación. Pero, ayer que la retomé para subirla al blog me di cuenta de qué quizás no era lo más adecuado para este día. No que estuviera mal, no, para nada. Pero, no era exactamente lo más adecuado. Te confieso que batallé pensando: “Pues no es lo más adecuado (lease, “lo mejor”), pero funcionará.” Y estuve a punto de nada más copiar y pegar lo que había hecho, cuando me vino este pensamiento cortante como navaja: “¿No estás hablando de darle a Dios lo mejor? ¿No es este el tema?” Entonces, “¿por qué cedes ante la flojera de hacer una reflexión completamente nueva sólo porque ya tienes una a la mano?” ¡Oops! ¡Touché!
De eso, precisamente, se trata nuestro tema, de no flojear, de no pichicatear (bueno, de no ser codos) con Dios. De no darle algo menos de lo que nos propusimos o prometimos darle.
«Maldito sea el tramposo que promete dar un carnero selecto de su rebaño, pero después sacrifica uno defectuoso al Señor. ¡Pues yo soy un gran rey—dice el Señor de los Ejércitos Celestiales—, y mi nombre es temido entre las naciones! (Mal. 1:14).
¡Que miedo!
Se trata de no darle a Dios algo que nunca le daríamos a nuestro jefe o a alguien con quien queremos quedar bien, o a alguien que tiene el poder de mejorar o empeorar nuestras vidas.
«¡Intenten dar este tipo de regalos al gobernador y vean qué contento se pone!», dice el Señor de los Ejércitos Celestiales. (Mal. 1:8).
Creo que Malaquías es un libro que deberíamos leer si sospechamos qué tal vez no estamos haciendo nuestro mejor esfuerzo en relación a Dios.
«Señor, ¡que miedo hacer algo así contigo! Que miedo no darte lo mejor de mi tiempo, de mis esfuerzos, de mis ingresos, de todas las bendiciones que con gran generosidad recibo cada día de tus manos. Pon en mi un celo muy intenso por hacer lo mejor y darte lo mejor.»
Tu mereces lo mejor de lo mejor!!! Señor Jesús, que de mi corazón salga el deseo de darte la excelencia al único que es digno de recibirla. Con mi tiempo, ingresos, puntualidad, perseverancia, en ayudar a los demás, con mi testimonio y que sea digna representante del reino de Dios aquí en esta tierra. Amen
Hermoso padre , dame la fuerza, sabiduría que necesito y el amor infinito para ti que siempre seas el 1er lugar en mi vida y poder darte lo mejor sin pensarlo , no me dejes caer en tentación, llename de tu espíritu santo quiero ser lo mejor para ti , úsame señor , en el nombre de tu hijo Jesus amen, amen , gracias padre hermoso por este momento
Señor Jesús. Despierta un celo genuino por buscar tu presencia. No permitas que caiga en la tentación de darte lo que puedo, y no lo mejor de mí.
A dar lo mejor de la agenda, del día, de las finanzas y de nuestras oraciones
Amén !!!
Muchas gracias ! Muy muy bueno y confrontante, gracias !!