El amor es paciente y bondadoso. El amor no es celoso ni fanfarrón ni orgulloso ni ofensivo. No exige que las cosas se hagan a su manera. No se irrita ni lleva un registro de las ofensas recibidas. No se alegra de la injusticia sino que se alegra cuando la verdad triunfa. El amor nunca se da por vencido, jamás pierde la fe, siempre tiene esperanzas y se mantiene firme en toda circunstancia. (1 Cor. 13:4-7, NTV).
Aunque la serie Un Hogar Sobre la Roca concluyó oficialmente el domingo 3 de diciembre, estuve teniendo reflexiones al respecto durante toda la semana siguiente. Hoy quiero cerrar esta serie dando gracias a Dios por todo lo que aprendimos. Para nosotros, en la práctica, de esta serie concluyó este fin de semana con la boda de nuestros queridos amigos Ray Lala, pastores de IPV de Colima. Aunque ellos se casaron hace 18 años cumpliendo todos los requisitos de la ley civil, no tuvieron la oportunidad de hacer una ceremonia cristiana. Después de todos estos años el Señor les concedió hacerlo.
Al ver a Ray y Lala y sus tres hijas, Luna (17), Valentina (14) e Isabela (11), podemos comprobar como reflejan de una manera maravillosa todo lo que estuvimos viendo durante las últimas nueve semanas. Y es que durante la recepción de la boda proyectaron un video, que hicieron hace unos días como familia, hablando de cómo sus vidas habían sido transformados por la obra de Cristo en medio de ellos.
Tanto los papás, como las hijas hablaron de los cambios impresionantes que se dieron en sus vidas y, como si nos hubiéramos puesto de acuerdo, casi cada cosa que mencionaron fue un tema que vimos en la serie. Hablaron de como su hogar antes estaba quebrantado. Lala prácticamente a cargo del hogar, mientras que Ray dedicaba todo su tiempo al trabajo. En estas condiciones el hogar se caracterizaba por la desunión y el aislamiento de cada uno de sus miembros. El clima era de conflicto entre papá y mamá, y de tensión. Pero, conforme fueron aplicando a sus vidas las enseñanzas de la Palabra y con la obra impresionante del Espíritu Santo, poco a poco Dios sanó cada aspecto de su familia.
Las jovencitas hablaron de cómo el amor volvió al hogar cuando papá tomó su lugar como cabeza espiritual de la familia y de cómo, bajo el orden de Dios, cada aspecto de su vida familiar se fue restaurando. El hogar se convirtió en un refugio de seguridad donde ellas pudieron volver a expresar todo lo que sentían sin temor a ser juzgadas. La risa y la alegría se convirtieron en la atmósfera de esta familia restaurada.
Hoy en día todos los miembros de esta familia sirven al señor en nuestro campus de IPV Colima. Ray y Lala pastorean la iglesia y sus hijas sirven dirigiendo el área de los niños y los adolescentes. Cada fin de semana viajan a Colima desde Guadalajara. El domingo regresan a casa. Su mayor anhelo es poder establecerse en Colima para servir de tiempo completo al Señor que los restauró.
De esta forma, damos gracias a Dios por este tiempo cerrando con este hermoso testimonio y haciéndonos el propósito de seguir trabajando en nuestros hogares.
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