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Gracia para la Larga Travesía

  • Foto del escritor: Gabriel Miyar
    Gabriel Miyar
  • 23 nov
  • 2 Min. de lectura

Luego llegó el tiempo para la ofrenda de purificación, como exigía la ley de Moisés después del nacimiento de un niño; así que sus padres lo llevaron a Jerusalén para presentarlo al Señor. Lucas 2:22


A menos que seas tú el orgulloso padre o la orgullosa madre que trae a su pequeñito o a su pequeñita para dedicarlos al Señor, probablemente te pierdas un poquito de la trascendencia de este sencillo acto. La razón por la que dedicamos bebés es porque hemos sido inspirados por la narrativa de cuando Jesús fue llevado como bebé al templo para dedicarlo a Dios con el sacrificio de dos palomas (el menos costoso de los sacrificios para la dedicación). Pero nosotros no lo hacemos por cumplir una ley que ya ni siquiera aplica a nosotros. Lo hacemos porque el significado profundo detrás de este rito es que ofrecemos a Dios lo que más amamos y le pedimos la gracia para cuidarlo, protegerlo e instruirlo en los caminos de Dios.


Quiero pasarte al costo algo que leí recientemente de un pastor. Es algo que ilustra el verdadero alcance de la dedicación de bebés. La perspectiva a largo plazo.


«El trabajo pastoral es una marcha lenta, la mayor parte del tiempo. Hay momentos de drama, por supuesto, pero mayormente lo que hacemos es observar a las ovejas crecer. Uno de los regalos de gracia para los pastores, si nos mantemos ahí, es ver el crecimiento lento e inexorable de su gracia en las vidas de nuestra gente y en nuestra iglesia.


«Mateo fue el primer bebé que dediqué, hace unos 30 años. Lo que yo acostumbro hacer es que tomo a los bebés en brazos y los paso entre las primeras filas mientras la gente ora por ellos. Desde que empecé a hacer esto ninguno había llorado, pero aquella primera vez el pequeñito se descosió allí en la plataforma frente a Dios y a todo mundo. Gritaba y se retorcía, de modo que lo único que yo podía hacer era poner mi mano sobre su cabecita tratando de orar lo más en voz alta para poder ser escuchado.


La vida de Mateo fue más o menos “más de lo mismo,” por lo que me dicen sus padres, pero la buena obra que Dios comenzó aquel día no ha terminado. Mateo que “vagó muy lejos,” ha regresado a casa desde “el país lejano.” Se casó con una maravillosa cristiana y a pesar de haber desertado de la escuela durante la secundaria, ahora tiene una maestría. El bebé que no quería ser dedicado a Cristo, es ahora un discípulo en crecimiento y padre de sus propios pequeñitos, dos de ellos.»


No debemos ignorar el alcance de lo que hacemos en la presencia de Dios.


«Padre, oramos por los pequeñitos que fueron dedicados el día de ayer para que sus vidas reflejen siempre este hermoso comienzo. Te pedimos por cada uno de ellos en el nombre precioso de Cristo Jesús, Amén.»

 
 
 

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