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¡Golpeados y Desnudos!

  • Foto del escritor: Gabriel Miyar
    Gabriel Miyar
  • 17 oct
  • 2 Min. de lectura

Pero ustedes, mis queridos hijos, pertenecen a Dios. Ya lograron la victoria sobre esas personas, porque el Espíritu que vive en ustedes es más poderoso que el espíritu que vive en el mundo. 1 Juan 4:4


No sé exactamente porqué, pero muchas veces los episodios de liberación (exorcismo) se pueden convertir en algo chistoso. Desde aquel pastor que a grito pelón, dirigiéndose al Espíritu inmundo, le preguntaba a una mujer oprimida por el diablo: “¡¿Cómo te llamas?!” y lo repetía en voz cada vez más fuerte: “¡¿Cómo te llamas?!” Hasta que la pobre mujer dice con voz temblorosa: “Graciela, pero me dicen Chela.”


La ocasión en la que estábamos tratando de liberar a una mujer que hacía unas caras horrendas, y en el momento álgido se va a la luz por un minuto quedando nosotros completamente a oscuras, y cuando la luz regresa, yo estoy solo con ella. ¡Todo mundo había corrido a esconderse!


En Hechos 19, hay un episodio así. Un grupo de judíos, siete hermanos, exorcistas ambulantes, intentan liberar a un hombre diciéndole: «¡Te ordeno en el nombre de Jesús, de quien Pablo predica, que salgas!» (Hechos 19:13). A lo que el endemoniado responde: «Conozco a Jesús y conozco a Pablo, ¿pero quiénes son ustedes?» (v.15). Y acto seguido, «el hombre con el espíritu maligno se lanzó sobre ellos, logró dominarlos y los atacó con tal violencia que ellos huyeron de la casa, desnudos y golpeados» (v.16). ¡Imagina la escena! ¡Salen corriendo, despavoridos, todos golpeados y encuerados!


Hace muchos años, cuando todavía estábamos en “Palabrita” (el local de La Calma) nos propusimos liberar a una hermana de origen japonés, llamada Margaret. Una chica excepcional, pero que estaba siendo atormentada, probablemente por algún espíritu ancestral. Nos reunimos seis hombres, varios de ellos corpulentos, y empezamos a orar reprendiendo al espíritu. Ella estaba sentada en una silla, pero se levantaba y nosotros tratando de mantenerla sentada para poder seguir orando, y ella nos levantaba con una fuerza increíble, de tal modo que los cuatro que estábamos tratando de sujetarla éramos empujados de un lado a otro por esta mujer bajita y delgadita. En un movimiento de esos nos estrelló a varios contra la pared fuertemente. Nos traía del "tingo al tango" por toda la habitación. Fue alarmante y… gracioso, pues la buena noticia es que Margaret fue finalmente liberada y nunca más volvió a tener esa clase de problemas. Ella y su esposo, Shane, viven ahora en New Hampshire y son parte de una hermosa iglesia de Nuevas Fronteras.


Esta es otra forma en la que estamos escribiendo nuestros capítulos del Libro de los Hechos.


«Señor, ayúdanos a estar preparados para luchar en contra de la opresión que causa el diablo, que aunque ahora lo recordamos como algo gracioso, en realidad es muy doloroso para las personas que han sido oprimidas. Lo vemos chistoso sólo porque hubo victoria, de lo contrario hubiera sido muy diferente. ¡Pero Tú eres más Poderoso!»

 
 
 

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