“María tomó entonces como medio litro de nardo puro, que era un perfume muy caro, y lo derramó sobre los pies de Jesús, secándoselos luego con sus cabellos. Y la casa se llenó de la fragancia del perfume.”
Juan 12:3 (NVI).
“Pero una viuda pobre llegó y echó dos moneditas de muy poco valor.”
Marcos 12:42 (NVI)
Hace poco escuché una historia de Shaquille O’Neal, un ex-basquetbolista conocido por su generosidad. Estaba en una joyería famosa comprando un “sencillo” regalito para su esposa cuando escuchó a un joven que estaba eligiendo un anillo de compromiso para pedirle matrimonio a su novia. Con voz nerviosa, el joven preguntaba el precio, dándose cuenta de que no le alcanzaría.
Entonces, Shaq sacó su poderosa tarjeta de la cartera y le dijo al vendedor:
—“Dale al joven el anillo que quiera, yo lo pago.”
Y, dándole una palmada (que casi lo mata con su manota), le dijo:
—“¡Felicidades, campeón!”
¡Ahhh! ¡Qué momento debió haber sido ese!
Creo que a todos nos atrae la idea de dar algún día un regalo tan grande que deje a alguien sin aliento, un regalo que marque su vida para siempre.
Pero el pastor Marco decía algo muy importante en su mensaje ayer: “Nunca podrás dar el perfume de nardo si no has experimentado el sentimiento de dar las únicas dos monedas que tienes.”
El verdadero problema con la generosidad es cuando creemos que hacer algo correcto y admirable puede nacer de un corazón egoísta. Podemos dar esperando recibir algo a cambio de Dios, como si quisiéramos prestarle dinero esperando que nos lo devuelva con intereses.
Pero la generosidad auténtica es otra cosa.
¿Qué significaría para ti dar sacrificialmente?
¿Alguna vez lo has hecho?
¿Dar es algo que haces con regularidad?
¿Existe la generosidad en tu vida?
Alguien dijo una vez:
“Nunca nos parecemos más a Jesús que cuando damos.”
«Dios, te pido que nos lleves a ese lugar en nuestro corazón donde dejamos que remuevas lo que no está estorbando para ser generosos y que nos ayudes a parecernos más a ti. Te amamos!»
Dar sacrificialmente es compartir con otros lo que a veces a nosotros nos falta, no importando si algún día nos lo devolverán. Cuando Dios nos da un corazón de carne, damos sin esperar a cambio nada, dar porque nos nace hacerlo. Sin arrogancia y sin soberbia, con toda humildad, puedo decir que si las personas me recuerdan, es por dos características que Dios me ha dado, la Generosidad y el Don del Servicio. Aún en mi escasez, he compartido con el quien más lo necesita... Tengo muchos testimonios de mi Amoroso y Soberano Dios. "El recompensa de manera sobrenatural la Generosidad" La he practicado siempre, a lo largo de mi vida. Dios siempre nos rodea con Favor y Gracia, son…