Tus oídos lo escucharán.
Detrás de ti, una voz dirá:
«Este es el camino por el que debes ir»,
ya sea a la derecha o a la izquierda.
Isaías 30:21
Mi familia materna —los Estrada— tenía una hermosa casa colonial en Morelia con fachada de cantera y un gran zaguán que abría a un pasillo flanqueado por tres columnas, frente a una fuente. Tengo muchos recuerdos hermosos de ese lugar. Allí, hace 50 años, mi abuela, Aro, tenía una piedra para filtrar el agua para beber. Tenía forma como de un cucurucho redondeado (realmente como la copa de un brassiere con la punta hacia abajo), con una capacidad similar a la de un garrafón de agua potable. Era de una piedra porosa, pero pesada y de gran espesor. Aro vertía el agua de la llave en ella y el agua se iba filtrando poco a poco durante la noche. La filtración era muy lenta, pero ya en la mañana había tal vez un par de frescos litros de agua lista para beberse o cocinar. Desde entonces no he probado agua más deliciosa.
En este tiempo de ayuno que terminó ayer reflexioné mucho en como me habla el Espíritu Santo. Isaías dice: “Tus oídos lo escucharán.”En Daniel 10:12 dice que Daniel se propuso “ganar entendimiento” por medio del ayuno y la oración. Y vaya que recibió revelación! Tres capítulos de ella. La forma más común en la que yo recibo revelación y guianza de parte de Dios fuera de la lectura de la Biblia la comparo con este filtro de piedra en Morelia.
Si yo estoy atento y receptivo, el Espíritu Santo viene a mí y vierte sus pensamientos en mi cabeza. Por eso, a veces, al igual que tú, me cuesta trabajo saber si esos pensamientos son míos o del Espíritu Santo. ¡Ambos usamos la misma maquinaria cerebral! Como sea, ese pensar del Espíritu tiene que atravesar la gruesa capa de hueso (y carne) de mi humanidad. Es como una filtración y decantación que toma tiempo. Hasta que se junta suficiente “agua” en el recipiente craneal para captar yo lo que Dios quiere.
A veces, no sé si porque estoy más denso que de costumbre, más distraído o con ansiedad, no se junta suficiente agua para saber que me está hablando el Espíritu. Pero, poco a poco, veo que capto un poquito mejor lo que el Espíritu Santo quiere.
Las disciplinas como la lectura de la Biblia, la oración, el ayuno, y el pasar un tiempo reflexionando y meditando en la presencia de Dios realmente están haciendo una diferencia en la forma en que capto lo que Dios me dice.
Por eso te animo mucho a que perseveres en tu búsqueda de oír la voz de Dios a través de la práctica de las disciplinas espirituales.
Ayer hablábamos en casa sobre escuchar la vos de Dios, y cada quien trataba de explicar como escuchaba en su corazón a Dios. Sin embargo, mi mamá insistía en que no tenía la certeza de discernir la voz de Dios en su vida. La animamos, pero el argumento más poderoso fue el de mi hija: "Abuelita, como no vas a escuchar la vos de Dios, si Él siempre te escucha y responde todas tus oraciones!! Me pareció fabuloso porque mi mamá no solo escucha a Dios, ella conversa con Él. Fue una gran enseñanza transgeneracional (Abuela, Madre, Hija). ¡Gracias Dios por dejarnos oír tu voz¡.
Que hermoso recuerdo nos han compartido, y que analogía tan bonita, gracias y lo que me hace ver es que soy una piedra del doble a la descrita, pero no cesaré en mi intento por escuchar y entender a Dios... Amén
Amen Pastor, bajarle al ruido de afuera y tener un verdadero y sincero anhelo de escuchar la preciosa voz de Dios