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Espíritu Santo para Todos

  • Foto del escritor: Gabriel Miyar
    Gabriel Miyar
  • 16 oct
  • 2 Min. de lectura

Entonces Pedro respondió: —Veo con claridad que Dios no muestra favoritismo. En cada nación, él acepta a los que le temen y hacen lo correcto. Hechos 10:34-35


Me fascinan Hechos capítulo 10 y 11, la conversión de Cornelio y su familia. No fue el primer no-judío que se convirtió (ese sería tal vez el eunuco etíope), pero su conversión marca la entrada, digamos oficial, de los no-judíos a la iglesia naciente. La conversión de Cornelio obligó a las autoridades cristianas de Jerusalén—Santiago y los demás apóstoles— a enfrentar la realidad de que la salvación no era solamente para el pueblo judío, sino para todas las naciones. Y que los no-judíos no tenían que obeceder la Ley de Moisés para ser parte del Cuerpo de Cristo. “Favoritismo” es poco para describir la exclusividad que los judíos se atribuían como supuestos únicos recipientes de la salvación.


Cornelio era un centurión romano que vivía en la costa de Israel y se había convertido al judaísmo y era especialmente fervoroso, pues hacía las oraciones (incluyendo Los Salmos) y ayudaba a los necesitados en Israel. Esto tocó el corazón de Dios quien le envió a Pedro para que le predicara el evangelio a él y a toda su familia. Y esto, primero que nada, concordaba con los planes de Dios para abrir la salvación a todas las naciones.


Es fascinante ver como mientras Pedro aún estaba compartiendo las buenas noticias de Nuestro Señor Jesucristo, “el Espíritu Santo descendió sobre todos los que escuchaban el mensaje. Los defensores de la circunsición que habían llegado con Pedro se quedaron asombrados de qué el don del Espíritu Santo se hubiera derramado también sobre los gentiles, pues los oían hablar en lenguas y alabar a Dios” (Hechos 10:44-46).


Si tú viajas al sur de México, podrás tener la alegría de conocer a un gran número de comunidades indígenas que han sido alcanzadas por el evangelio de Nuestro Señor Jesucristo. Te gozarías de conocer a tus hermanos de las diferentes etnias. Aquí en Jalisco y Nayarit existen comunidades de los coras que han recibido el evangelio. Y en Guadalajara hay una fuerte comunidad de creyentes gitanos. Todos estos grupos, muchas veces marginados en nuestra sociedad, han tenido a sus “pedros” que siguieron la dirección del Espíritu Santo y abrieron las puertas para que conocieran a su Salvador, y sus vidas y comunidades fueran transformadas por la presencia amorosa y poderosa del Espíritu Santo. El Libro de los Hechos se sigue escribiendo en nuestros días, y tú puede ser parte de ello.


«Señor, muéstrame cómo en estos tiempos Tú estás alcanzando a nuevas comunidades y gente que vive marginada y vulnerable recibe el gozo de la salvación y el sello del Espíritu Santo. Enséñanos a ver con claridad el llamado que tenemos a extender tu reino a todos los grupos humanos. Amén.»

 
 
 
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