Escribir Me Acerca a Dios
- Robbie Rembao
- 30 abr
- 2 Min. de lectura
Desde que me convertí, escribir siempre ha sido parte de mi caminar con Dios. Ver a otros tomar notas de los mensajes del domingo o anotar en sus diarios me llevó a hacerlo también, de forma muy natural. Con el paso de los años he comprobado que escribir me acerca a Dios de manera profunda: fortalece mi fe, me recuerda promesas, y me ayuda a ver Su fidelidad cuando leo palabras que recibí en momentos difíciles.
Si lo piensas, Dios mismo eligió dejar su mensaje escrito en dos testamentos, disponibles para nosotros siempre que queramos conocer Su corazón.
Hace poco, leyendo un libro con el grupo de hombres, redescubrimos lo poderoso que es escribir. Ed Cole señala que una de las diferencias entre el rey Saúl y el rey David era precisamente eso: David escribía sus oraciones, emociones y conversaciones con Dios. Esta práctica formó su carácter desde joven, hasta ser llamado “un hombre conforme al corazón de Dios”.
Escribir lo que viene de Dios no es algo místico; es una manera práctica de sembrar Su Palabra en nuestro corazón. No es magia, es fe activa: tomar lo que Dios dice y plasmarlo en algo visible que puede transformar nuestra mente y espíritu.
Quizá pienses que escribir es insignificante, pero la Biblia muestra que Dios ordenó que se escribieran cosas importantes y cuando lo hizo siempre se trataba de que esto sea de bendición para otros:
Salmos 102:18 (NTV) – “Que esto se escriba para las generaciones futuras…”
Proverbios 3:3 (NTV) – “Escríbelas en lo profundo de tu corazón.”
Habacuc 2:2 (NTV) – “Escribe mi respuesta con claridad…”
Hoy hay un anhelo en mi corazón, que un día mis nietos encuentren esos cuadernos donde escribí lo que Dios me hablaba y a través de ellos Jesús sea más real en sus vidas.
Uno de mis ejemplos favoritos en esta área ha sido mi pastor Gabriel, quien dice que lleva un “casi diario” — porque no escribe todos los días, pero sí constantemente. Yo en esta etapa de mi vida llevo un “de vez en cuando”, y aprendí que no se trata de escribir mucho o todos los días, sino de capturar lo que Dios está sembrando en mí.
Si decides explorar esta disciplina, te animo a empezar hoy mismo: no te enfoques en cuánto escribes, sino en qué escribes. Anota lo que Dios te habla en la Biblia, cosas que puedan bendecir a otros (y mándaselas), áreas que Él está trabajando en ti o incluso tus preguntas.
No dejes que lo que Dios siembra en ti se pierda. Escríbelo. Recuerda. Camina en fe.
Robbie Rembao
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